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Repensando el enfoque conservador sobre transexualismo

29 de julio de 2015
Dos miradas sobre sexualidad humana y transexualidad

Los genes no mienten

Repensando el enfoque conservador sobre transexualismo
Publicado originalmente en el Blog Public Discourse en julio de 2015, el artículo expone las bases biológicas que llevan a que deba ser tomada más en serio la autopercepción interna del género.

Resumen: Los conservadores no toman los reportes introspectivos de las personas transexuales en serio, pero hay buenas razones científicas para suponer que la experiencia subjetiva de género es legítima, incluso cuando está en contradicción con el sexo biológico aparente.

Las personas transexuales -que aparentan ser de uno de los sexos, pero reportan ser del otro- han tenido alta exposición en las noticias últimamente. 

La reacción conservadora a este fenómeno es, en algunos aspectos, desconcertante. Los conservadores no toman en serio estos informes introspectivos; opinan que las personas que buscan las operaciones de cambio de sexo (ahora se habla más a menudo de "cirugías de reasignación de sexo" o "cirugías afirmadoras de género") están casi universalmente confundidas. 

Por lo general se dirigen a las personas transexuales con cortesía, incluso con compasión, pero siempre con la firme convicción de que están en el error.

Ahora bien, la experiencia subjetiva es a menudo, aunque no siempre, de fiar. Y en este caso, hay buenas razones científicas para suponer que la experiencia subjetiva de género puede legítimamente discrepar del sexo genital, y por eso los conservadores deberían cuidarse de acusar a las personas transexuales de confusión. Para mostrar por qué esto es cierto, voy a explicar que la biología del desarrollo demuestra que hay múltiples vías de desarrollo sexual, que una de esas vías se encuentra en el cerebro, y que las vías de desarrollo sexual pueden diverger.

Voy a seguir la convención de usar la palabra "sexo" para referirme a las características sexuales corporales, dejando el cerebro aparte, y "género" en relación al ser hombre o mujer según la experiencia subjetiva, interna. Las características sexuales se dividen en primarias o secundarias. Las características sexuales primarias se desarrollan prenatalmente y están directamente relacionadas con la reproducción (por ejemplo, tener testículos u ovarios). Las características sexuales secundarias se desarrollan en la pubertad, y pueden o no referirse a la reproducción. Por ejemplo, el tejido mamario en las mujeres puede llegar a alimentar a un bebé, mientras que el vello facial en los hombres no contribuye a la reproducción. Las categorías biológicas del sexo masculino/femenino quedan definidas empíricamente. Es decir, la mayoría de los bebés con características sexuales primarias masculinas llegan a desarrollar un conjunto particular de características sexuales secundarias.

El sexo puede ser masculino o femenino (o, en raros casos, algo intermedio), y puede ser analizado científicamente. El género, como explicaré, depende fuertemente, pero no exclusivamente, del cerebro. Un análisis cerebral puede permitir a un observador externo hacer una predicción razonable, aunque imperfecta, del género de una persona.

Caminos discrepantes de desarrollo sexual

Salvo en caso de gemelos monocigóticos, los seres humanos se reproducen sexualmente. Esto requiere un individuo macho y otro hembra. El disparador biológico que determina el sexo de un nuevo individuo puede variar de especie a especie. En el caso de la mayoría de los mamíferos, incluidos los humanos, las mujeres por lo general tienen dos cromosomas X; los machos por lo general tienen un cromosoma X y un cromosoma Y. Pero para las aves, esta situación se invierte, y para muchas especies de reptiles, el sexo está determinado por la temperatura de incubación de huevos. De modo que el camino de diferenciación sexual en el reino animal no es reducible a un mecanismo físico común. Además, algunas especies, como el pez payaso, pueden cambiar su sexo en el transcurso de su vida. Por lo tanto, es un error pensar en el sexo de un organismo individual como fijo en todos los casos para todas las especies.

Los seres humanos, por supuesto, no son peces, y entre nosotros no observamos cambio natural de un sexo a otro. Pero sí es cierto que los individuos humanos pasamos por una etapa de desarrollo en la cual tenemos  partes masculinas y femeninas al mismo tiempo. A las seis o siete semanas de desarrollo, un embrión humano tiene claramente un cuerpo humano. Tiene una cabeza con ojos y un torso con extremidades. Los dedos de manos y pies están empezando a desarrollarse, pero aún no se han separado. Los órganos internos como el corazón, el cerebro y el hígado están presentes, si bien con desarrollo incompleto. No es de extrañar, pues, que los órganos reproductivos estén también en etapa de desarrollo. Lo notable es que, en lugar de una versión incompleta de la estructura reproductiva correspondiente a un sexo, ya sea hombre o mujer, el embrión tiene ambos. Cuenta con un conjunto de túbulos que pueden derivar en un útero, trompas de Falopio y el tercio superior de la vagina, y otro que se puede derivar en una serie de conductos que transporta esperma. Las gónadas están también presentes, y pueden terminar siendo tanto ovarios como testículos.

A medida que el embrión humano avanza desde este estado bipotencial, la ruta por defecto del desarrollo es la femenina. Es el cromosoma Y el que normalmente inicia un número de diferentes vías que inhiben el desarrollo de las estructuras femeninas, masculinizando en cambio las gónadas, los genitales, y el cerebro. Es posible tener una discrepacina entre el sexo cromosómico y el sexo corporal. Por ejemplo, en los casos de la condición intersexual llamada síndrome de insensibilidad completa a los andrógenos (CAIS), un embrión con cromosomas XY se convierte en una niña debido a la falta de receptores de andrógenos; los andrógenos (testosterona y otros) que están presentes no pueden afectar a su desarrollo. En la pubertad, estas chicas se desarrollan física como mujeres, y tienen una identidad de género femenina. Por lo general se vean aún más femeninas que las mujeres XX, las que, por lo menos, son sensibles a las pequeñas cantidades de testosterona que tienen.

Su condición no suele descubrirse hasta que llegan a la adolescencia sin mestruar. Ellas no tienen útero, y tienen testículos en lugar de ovarios. En este caso, las vías de desarrollo sexual discreparon. La vía masculina se activó para las gónadas y las estructuras embrionarias que dan lugar al útero, pero la vía femenina se activó para el cerebro y los genitales externos.

Las mujeres con CAIS se diagnostican fácilmente como intersexuales en la adultez temprana, pero tipos más sutiles de condiciones intersexuales pueden pasar desapercibidos. 

En un caso, el cariotipo XY de un feto se detectó durante un examen para detectar anomalías cromosómicas. Pero al nacer el bebé resultó ser una chica con útero normal y ovarios. Al parecer, en su caso, todas las vías de su desarrollo sexual eran femeninas,  debido a una mutación que las afectó globalmente. Si no fuera por el examen cromosómico prenatal, probablemente ella nunca hubiera sabido de su intersexualidad.

Desarrollo Sexual del Cerebro

Entonces, ¿qué tienen que ver las condiciones intersexuales con ser transgénero? Una de las vías de desarrollo sexual prenatal es en el cerebro. Hay buena evidencia de que el bebé nacen con predisposición a considerarse hombre o mujer, es decir, a tener un género. Algunos niños varones que perdieron sus genitales en los accidentes se han reconstruido como niñas; con poco éxito. Es decir, que a menudo crecen a experimentar lo mismo que las personas transexuales experimentan: su percepción de su propio género no coincide con su sexo aparente.

Otra evidencia adicional de que los bebés nacen con una predisposición hacia un género, se ve en los casos de una condición intersexual llamada deficiencia de reductasa 5-alfa  (5-ARD). En 5-ARD, los varones cromosómicos carecen de la hormona que masculiniza los genitales, por lo que parecen ser niñas. Pero en la mayoría de los casos , el niño se va a identificar como un varón, a pesar de haber nacido con genitales femeninos y haber sido, por ello, criado como una niña. Parece que la testosterona masculiniza el cerebro, pero no los genitales, durante el desarrollo embriológico masculino. Los individuos con una mutación tal terminan con algunas partes del cuerpo (testículos, cerebro) masculinizados, pero otros (los genitales) siguiendo la vía femenina "por defecto".

Otros datos apoyan la conclusión de que la transexualidad tiene una base genética; hay una fuerte correlación de ocurrencia entre los gemelos monocigóticos, pero no entre los mellizos fraternos. Es decir, si uno delos gemelos monocigóticos es transgénero,  en más de un tercio de los casos el otro lo será también. Aunque podríamos esperar una correlación mayor, hay precedentes de gemelos monocigóticos en los que las  condiciones intersexuales se presentan con distinta intensidad en uno que en el otro. 

Debido a que los gemelos idénticos viven en ambientes similares, podríamos pensar que la correlación  debe al entorno compartido. Pero esa correlación no se encuentra en absoluto para los mellizos fraternos. La neurología humana es complicada.

Así,  el género parece ser influenciado por los genes, pero no absolutamente determinado por ellos. No se han descubierto mutaciones específicas que conduzcan a la transexualidad, pero eso es lo que cabría esperar teniendo en cuenta su rareza; un informe de Suecia, donde la transición de un sexo a otro es relativamente aceptada, muestra que más de 30 años (1972-2002), sólo el 0.006% de la población mayor de quince años pidió el cambio de sexo.

Introspección posiblemente confiable

Si ponemos las piezas juntas: sabemos que hay múltiples vías de desarrollo sexual y que no todos están reguladas conjuntamente. Una vía es el desarrollo de las gónadas en  ovarios o  testículos; otra es el desarrollo de los genitales externos, y otro es el desarrollo del cerebro con la predisposición hacia un género. Sabemos que el sexo de las gónadas y los genitales externos pueden diferir entre sí, y que ambos pueden diferir de sexo cromosómico. Así que deberíamos esperar encontrar individuos cuya vía cerebral difiere de las otras vías. Dada la tasa de mutación, el tamaño del genoma, y el número de seres humanos en el mundo, si una vía molecular se puede mutar sin matar al individuo, la mutación aparecerá con toda probabilidad en alguien. Y me animaría a predecir que las personas con una mutación tal se verían igual que cualquier caso de la persona transexual.

Considere el caso de estudio  de un varón genético con genitales masculinos normales que, desde la infancia, ha tenido la percepción subjetiva de una identidad femenina. 

Es posible que sea un caso de confusión de identidad con raices en un trauma psicológico. Pero también es posible que esta persona tenga una mutación que inhibió  la masculinización del cerebro. 

La biología nos lleva a esperar que habrá algunas personas en esta última categoría, aunque actualmente no tenemos una prueba genética para identificarlas. 

Por otro lado, los psicólogos sí tienen cierta capacidad para identificar trastornos de identidad inducidos por trauma, así que mientras tanto es posible eliminar a las personas de la primera categoría. Podríamos primero buscar signos de trastornos disociativos o la esquizofrenia, por ejemplo.

Pero a menos que tales trastornos parezcan ser el problema, ¿no es lo más probable es que este individuo tenga alguna condición intersexual real, en la que el cerebro no se corresponde con el sexo genético, de una manera que es actualmente es  discernible sólo a través de la introspección? Teniendo en cuenta lo poco que se conoce sobre estos casos raros, un alto grado de certeza no es posible, pero la inferencia a la mejor explicación parece justificar esta conclusión.

Sin duda, nuestro individuo seguiría siendo un varón genético con cromosomas Y en las células cerebrales. Pero la reducción absoluta del sexo a los cromosomas sexuales no está apoyada por la biología, pues como hemos visto anteriormente, con la mutación apropiada, se podría tener un cromosoma Y, pero un cuerpo inequívocamente femenino, incluyendo los ovarios y el útero. Por esa razón, el reduccionismo cromosómico es una explicación inaceptable del sexo.

Una objeción

Ahora bien, vale la pena considerar una objeción más principista desde el frente conservador. Algunos podrían sostener que, si aceptamos en primera persona los reportes con respecto a la identidad de género, no tendremos razón de principio a rechazarlos en otros casos. Por ejemplo, el reporte en primera persona no es fiable en el caso de la anorexia.

Una persona anoréxica está convencida de que tiene sobrepeso, incluso cuando está con bajo peso. Esto, podría aducirse, es análogo al caso de una persona transexual: esta puede creer sinceramente que es una mujer, pero eso no significa que no se equivoca. De hecho, el objetor podría insistir en que la química del cerebro no puede resolver el dilema. Porque, supongamos que una persona anoréxica tiene la química del cerebro de una persona con sobrepeso, y esta similitud es responsable en términos de factores genéticos; en tal caso, no podríamos decir que la chica tiene realmente  sobrepeso, a pesar de las apariencias. Diríamos que ella es delgada, a pesar de toda su convicción personal. La anorexia es justamente una condición que se caracteriza por el deseo de estar delgada, a pesar de estar ya ser delgada; la química de su cerebro y sus creencias enfáticas no se imponen a esto. Por otra parte, la persona anoréxica no tiene razón, por más que sus reportes coincidan con su cerebro y, incluso si su cerebro (si no el resto de su cuerpo), se ha desarrollado a lo largo de las vías característica de las personas obesas. ¿Por qué, diría nuestro objetor, no puede una persona transgénero estar igualmente equivocada? El hecho de que una persona transgénero está reportando sus impresiones en consonancia con su desarrollo neurológico no significa que no pueda estar equivocada.

Pero la analogía entre la gente anoréxica y los transexuales se cae si tenemos en cuenta los objetivos respectivos de las dos partes relevantes del cerebro. Existe la parte del cerebro que regula el peso corporal de manera que se puede mantener un peso saludable. Hay un rango de peso saludable que es la norma; alguien con anorexia quiere lograr un peso corporal que dará lugar a desequilibrios de electrolitos que pueden ser fatales. Por lo tanto en la anorexia, la percepción subjetiva es claramente contraria a la función apropiada del cuerpo humano. Por otro lado, la parte del cerebro que contribuye a la percepción de género no regula nada, sino que existe sólo para identidad psicológica. Uno puede sobrevivir, e incluso reproducirse, sin tener ninguna identidad de género en absoluto.

No estoy diciendo que los informes introspectivos de sexo son infalibles. Sin embargo, según algunos estudios, la mayoría de las personas que se someten a la cirugía de reasignación de sexo son felices con la decisión

Es cierto que existe el peligro de diagnosticar equivocadamente a alguien como transgénero, y realizar una cirugía que hará daño, y los conservadores tienen razón en dar la voz de alerta ante tantos dispuestos a dar por buena cada petición. 

No obstante, al dar la impresión de que esta es una razón decisiva contra toda cirugía de reasignación de sexo deseado, los conservadores se han excedido. Tratar de cambiar una autopercepción legítima de género también hace daño.

 

Jennifer Gruenke es profesora de biología y directora del Centro de Estudios Científicos Hammons en la Union University. Artículo original

Comentarios
por ANONIMO (i) (186.108.248.---) - dom , 05-feb-2017, 23:25:41

opinando sobre la sexualidad del hombre ante los ojos de DIOS ; un dia el SEÑOR , me inspiro esto , (espero sea de su agrado ). : " LA SEXUALIDAD DEL HOMBRE ES EL ORGANO MAS SENCIBLE DE SU CUERPO , EL CUAL , PRODUCE SENSACIONES QUE LO LLEBAN A PERTURBAR SU MENTE , INQUIETANDO LA SENCIBILIDAD DE SUS SENTIDOS ". M.S.

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