Un argumento común a la inexistencia de Dios es decir que los dioses siempre fueron respuesta a la ignorancia del hombre... no sabían que era el sol y era un dios, no sabian lo que era un rayo y era un dios, no podian controlar la cosecha y le oraban a un dios...
Me parece muy simplista esta idea. Sin bien no dudo que en algunos casos el miedo y el desconocimiento generaran la idea de un dios, me pregunto ¿y por qué crear un dios? ¿por qué el desconocimiento debe desencadenar en lo sobrenatural? ¿por qué creer en lo sobrenatural para empezar?.
Además de esas preguntas también creo que los "antiguos" no eran tan ignorantes como creemos, podian convivir con un conocimiento empirico y sobrenatural. Dudo que los egipios creyeran que solamente las ofrendas al dios X proveerian una cosecha adecueda, tenian que saber también los ciclos de inundaciones. Y los Mayas tan listos para observar los astros dudo que creyeran que realmente la Luna y el Sol se tragaban en los eclipses.
¿Existe alguien que haya estudiado esto? Creo que hay un tal Levi Strauss que estudio el mito de pueblos aborigenes actuales, ¿tiene algo que decir al respecto?
Saludos!
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Sí, claro que existe: la fenomenología de la religión, la antropología cultural. En general ninguna ciencia te puede decir "Dios existe porque...", pero sí puede ayudar a desandar caminos tan simplistas como el hacer equivaler las creencias humanas con las necesidades humanas.
Lo que pasa es que ese argumento (que lo encuentras en Jenófanes de Agrigento, en Feuerbach, en Marx, y luego desfigurado y empobrecido en cuanto foro anda por ahí....) es facilón, no resiste una argumentación fenomenológica mínimamente seria. Tú mismo has encontrado el punto central de la cuestión: si la cuestión son las debilidades humanas, por qué Dios y no otra realidad menos problemática, más intramundana. Ahora está de moda otro: Dios es el "amigo imaginario" de los adultos, así como los niños creen en los Reyes, o en Noël, o en el Ratón Pérez o en el Amigo imaginario, los adultos, necesitados de cubrir su soledad ontológica, creen en un amigo imaginario para adultos: Dios.
No hay manera directa de rebatir este argumento ni el anterior, precisamente porque la existencia de Dios no es demostrable, sino sólo señalable, así que siempre es posible que el dios en el que alguien cree sea el tapaagujeros de sus miedos, o su amigo imaginario.
Solamente una buena fenomenología puede mostrar que el "gasto cultural" para crear la imagen de Dios es evidentemente desproporcionado a los miedos o a la soledad que se pretende tapar, y por tanto, por vía de la insinuación, descubrimos que en esa elaboración cultural puede ser Dios mismo quien está abriéndose al hombre.
Ahora bien, quien usa argumentos facilones, evidentemente sufre de pereza mental, así que primero, antes de cualquier elaboración fenomenológica, tendrías que saber si al otro le interesa y preocupa la cuestión de Dios, o simplemente cita esos argumento porque son breves y sencillos, y así despacha rápido la cuestión de Dios, y vuelve a las cosas que con más profundidad le interesan para su vida. No tiene sentido argumentar a Dios desde la perspectiva puramente racional, tiene que mover a ambos un interés por el fondo de la cuestión, por dilucidar como verdaderamente problemático y vital para todos si nuestra existencia es un cero a la izquierda de la in-signioficante existencia universal, o si el sentido de todo lo que existe, aunque oculto y esquivo, está garantizado y comprometido en un Dios que nos espera en una plenitud de ser tal, que se acerca a nosotros a darnos ser.
La «Filosofía de la Religión», de Bernhard Welte, es un libro que te puede ayudar mucho a elaborar muchísimas de estas cuestiones, y otras que están implicadas. Por supuesto que las lecturas de un estructuralista que hace trabajo de campo, estudiando in situ civilizaciones llamadas "primitivas", como Levi-Strauss, puede resultarte útil, estimulante y apasionante, pero no sé hasta qué punto va de manera directa a lo que estás buscando.
El libro de Welte lo subo ya mismo a la biblioteca. Si se me ocurre algún otro te digo. Quizás Hernán, que es tan leído, tiene sugerencias bibliográficas mejores que las mías.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)