a espiritualidad, sólida por la doctrina teológica e impregnada de contemplación divina, expuesta con un estilo claro y sencillo, y, por otro lado, el tono eminentemente pastoral que adoptó siempre san Gregorio I, hacen de ese papa, que se dirigía a un pueblo romano mezclado con elementos bárbaros menos preparados, a los que había que adaptarse, uno de los predicadores más famosos que ha tenido el cristianismo del Imperio romano decadente y uno de los teólogos más considerados de su tiempo, tanto por su doctrina como por las normas prácticas que dictó.
De hecho, san Gregorio fue uno de los Padres más leídos durante la Edad Media, como lo demuestra la numerosa cantidad de manuscritos que se conservan de sus obras. Los homiliarios medievales recurrieron mucho a él, particularmente a sus Homilías sobre los Evangelios (es decir, sobre las perícopas evangélicas leídas durante el año en el curso de la liturgia).
Mucho más leído en el breviario antiguo que en el actual (casi tres veces más), habría sido un injusticia que la Liturgia de las Horas no hubiese utilizado a ese gran pastor y escritor, que es uno de los grandes modelos y formadores de la espiritualidad de los siglos que siguieron. Sus expresiones pueden ser ingenuas a veces, su estilo reiterativo y su exégesis puede parecer excesivamente alegórica, fruto de una arbitrariedad y menos fundamentada que la de su maestro, san Agustín. Sin embargo, incluso en el mismo método alegórico se esconde un contenido sólido, del que hacen justicia, cada vez más, los investigadores modernos.
Leemos ocho veces fragmentos del comentario a Job (Moralia in Iob). En Job Gregorio ve la figura de Cristo y de su cuerpo, la Iglesia; la mujer de Job designa la vida carnal, contrapuesta a la vida espiritual; los tres amigos de Job son los herejes; mientras que los siete hijos podrían ser o las siete virtudes principales o los doce apóstoles, ya que, por un lado, el número siete, compuesto de un número impar (tres) y de otro par (cuatro), sumado el primero con el segundo dan siete; por otro lado, multiplicado el uno por el otro (4 x 3), dan doce. Las tres hijas podrían ser los tres órdenes que constituyen la comunidad de los fieles: los pastores, los continentes (los ascetas) y los casados...
El domingo, lunes, jueves y viernes de la semana VIII del tiempo ordinario, y el miércoles y jueves de la semana IX, es decir, de las semanas en que la liturgia hace leer el libro de Job en el Oficio de lectura, los comentarios correspondientes de san Gregorio acompañan dichas lecturas. El viernes III de Cuaresma leemos una página del mismo comentario, página que, al describir Gregorio los sufrimientos de Cristo como cabeza de la Iglesia, muestra la influencia que sobre él ejerció san Agustín. El lunes de la semana XX volvemos a leer los Moralia in Iob, otra bella página del papa, en la que describe la obligación que tiene un pastor santo, en el sufrimiento propio, de no olvidar al rebaño.
Esa última página recuerda la otra de la Regula Pastoralis, un manual del pastor eclesiástico, que leemos el domingo XVII. Podemos decir que Gregorio se retrata perfectamente a sí mismo en dicho texto, como en general en toda la Regula Pastoralis.
Para el día 3 de septiembre, o sea, para la fiesta del mismo san Gregorio, tenemos una página, muy bien escogida, de una de las veintidós homilías que forman el comentario al profeta Ezequiel. Dicho texto refleja lo que, como sabemos, fue siempre un problema psicológico del papa, hombre vinculado a los asuntos de la Iglesia y a los deberes pastorales, nostálgico siempre del ocio contemplativo que había disfrutado como monje, cuando no le amenazaba peligro alguno de dispersión de sí mismo.
La Liturgia de las Horas hace un uso relativamente abundante de las Homiliae in Evangelia, homilías sencillas y didácticas, aunque algunas veces un poco candorosas, pero siempre llenas de doctrina y espiritualidad.
El día 10 de febrero, memoria de santa Escolástica, volvemos a leer una página de san Gregorio, por cierto una de las más hermosas y sugerentes. Gregorio fue el biógrafo de san Benito, a quien dedicó, por entero, el libro segundo de los cuatro de que consta la obra -famosísima- de los Diálogos de la vida y de los milagros de los Padres de Italia. El día de san Benito (11 de julio) leemos unos fragmentos de la Regla benedictina, pero el día de santa Escolástica, hermana carnal de Benito, se nos ofrece el pasaje en que Gregorio habla de la santa. Nos preguntamos si en los santos descritos -Benito y Escolástica- no tenemos más bien una descripción de lo que Gregorio creía ser el ideal de la vida monástica.
Digamos, finalmente, que del largo epistolario oficial del papa (Registrum epistolarum), fuente de primer orden para la historia del tiempo y rica también en elementos espirituales, tenemos un ejemplo el día 27 de mayo, memoria de san Agustín de Inglaterra. Se trata de una carta dirigida por el papa a Agustín, dando gracias a Dios por el éxito de la misión inglesa - A. O.