Es tan infinita la variedad y grandeza de nuestro Dios, que a lo largo de la vida no podemos sino meditarla por partes: en cada experiencia, situación, si nos volvemos sensibles a ello, se nos va manifestando un aspecto de esa riqueza; en cada dolor podemos encontrar un reflejo del amor que se crucificó por nosotros, y en cada alegría, la sencilla y paternal ternura con que Dios se describe enseñando a caminar a su pueblo.
Un aniversario, sea el cumpleaños personal, o de la creación de una institución, como en este caso, nos pone ante la grandeza del acto creador de Dios. Ese Dios que no nos crea por ningún motivo, con ninguna "utilidad", sino en la libertad gozosa de disponerse a un encuentro de amor. Así, en cada creación nuestra, es Dios quien imprime su sello creador, y nos ayuda y empuja a que cada obra sea también una preparación a un encuentro de amor. Nuestras obras, puestas así en sus manos, resultan ser también obras de Dios.
El Testigo Fiel nacio hace exactamente tres años, del impulso de algunos que no nos conformábamos con que la mayoría de los sitios católicos de internet fueran una especie de cajón de sastre donde cada uno viniera a llevarse contenidos multivariados a su casa, sino que verdaderamente ese "espacio virtual" fuera conquistado para vivir en él una experiencia de comunidad.
No voy a endilgarle a Dios esta obra, que sería como ponerle en los hombros nuestras carencias, nuestros límites; no nació por ninguna especial revelación, pero sin embargo -creo interpretar el sentimiento de todos los que estamos acá día a día- la experiencia de esta comunidad virtual es que Dios está verdaderamente actuando a cada paso que damos. Y ver cómo Dios actúa en una obra nuestra despaciosa y silenciosamente, es renovar la experiencia de esa creación en siete días que a todos nos puso en su camino.
Porque incluso la creación divina requiere tiempo, ¡cuánto más nuestras creaciones, sometidas como están a la ambigüedad de nuestro obrar humano!, pero -como señala un antiguo himno cristiano- "el tiempo de Dios es el mejor de todos los tiempos", y entonces, en medio de estar siempre apurados porque en ETF esté todo lo mejor posible, que cada sección sea lo que debe ser, que las discusiones en los foros mantengan su profundidad y apertura a todos, que la Liturgia de las Horas alabe a Dios no sólo en los textos sino en su hechura, que hay que contestar 100 mails y sólo hay tiempo para 50, en medio de toda esa actividad por momentos febril, hoy paramos para contemplar ese tiempo de Dios que es mejor que cualquier otro tiempo.
Porque es el tiempo en el que podemos ver asombrados que "conquistar un espacio virtual para una experiencia de comunidad cristiana" no fueron palabras vacías o esperanzas megalómanas, sino algo que se va haciendo realidad: en la cantidad de gente que viene no sólo a buscar contenidos sino a compartir su búsqueda de fe, en la amistad que se fue sellando a través de miles de kilómetros con el pobre medio del chat o el foro, en cuantos se reúnen diariamente a orar la liturgia por Messenger, en la tristeza real que sentimos cuando un miembro del sitio está en problemas, y en la alegría real cuando vemos cómo esas pruebas van dando paso al cálido confortamiento de Dios en su vida.
Hablando más personalmente, en estos tres años he visto cómo muchos de los miembros de esta comunidad -especialmente en los foros, donde más contacto directo tenemos- han ido creciendo en la profundidad de la experiencia religiosa que sus mensajes manifiestan, con qué sinceridad y compromiso se plantean las cuestiones, se rectifica, se avanza.
Y eso sí que no es obra de ninguno de los que lo hacemos, sino de Dios trabajando en la apertura que la buena disposición de cada uno de los miembros va dejando.
En el Antiguo Testamento existió una ley agraria llamada "la esquina de tu campo" (Levítico 19,9-10): mandaba que el israelita dejara sin recoger el fruto de la esquina del campo, para que el pobre que pasara por allí se alimentara. Es Dios quien sabe entresacar su providencia de lo que nosotros no podemos -ni debemos- cultivar, sino dejar en manos de él para que lo distribuya entre aquellos que lo necesitan, para que nadie se dé la gloria a sí mismo.
Así también en ETF no pretendemos tener los mejores contenidos, ni "los más católicos", ni los más sabios, ni creemos que salvaremos al mundo con nuestras palabras: intentamos cultivar lo que nos fue dado, con el cuidado de dejar dispuesta la esquina de tu campo, ese costado de una charla que a lo mejor no se exploró, pero que ha quedado allí, a la vista, para que quien lo necesite tenga a partir de ello una nueva comprensión de las cosas; ese aspecto de la Biblioteca o del Devocionario -por poner ejemplos- que a lo mejor están que explotan de cantidad de cosas que nadie sabría ya cómo ordenar y presentar bien para que "queden lindos", pero que hacen el lugar de la esquina de tu campo, donde quien buscaba cobre encuentre oro.
El Testigo Fiel tiene la amistad creyente como una de sus más codiciadas metas: no nos juntamos a hacer un portal porque somos amigos, sino que, habiendo intentado una comunidad, Dios nos premió con que el lazo de unión fuera la amistad. Por eso es una comunidad abierta a quien lo desee y venga sin exclusivismos ni estrellatos a vivir una manera más de encuentro, que nos ayude a prepararnos al verdadero y gozoso Encuentro.
A todos los que cada día trabajan, comparten, valoran, difunden, muchísimas gracias por estos tres años, y que la pausa de hoy sea sólo una pausa en un camino que siga creciendo y haciendo grande el campo, para que también crezca y de más fruto la esquina de tu campo, y ese fruto alimente a muchos más.
Un abrazo a todos
Abel Della Costa
Coordinador de El Testigo Fiel
Gracias también.
Por haber iniciado esta aventura, por haberla sostenido mientras aún no caminaba sola. Y por sostenerla aún hoy.
Y por estár ahi, aunque sea "virtual" la presencia.
ETF es mas grande que Abel, pero no sería ETF sin Abel.
Gracias por conservar este sitio en la red,nos llena de esperanza y de conocimientos. El Señor Jesús y la Virgencita sigan iluminando este gran grupo en especial a Abel, para que esta obra siga dando frutos en muchos corazones y muchas vidas.