Estaba, como siempre, revisando el santoral, y especialmente las hagiografías que en su momento tomé, a falta de fuentes, de algunos santorales cuya "onda" no me termina de convencer.
En la actualidad tengo acceso a fuentes muy antiguas, mucho más directas que los resúmenes de santorales que utilizaba antes, por lo que la revisión vale la pena.
Hoy me tocó revisar uno que recuerdo que ya en su momento, cuando lo hice, hará dos o tres años, me llamó la atención por la incoherencia de la anécdota; se trata de san Remigio de Rouen, mediohermano del rey Pipino el Breve, y que fue obispo de Rouen entre el 755 y el 772. Sobre él dice "Año Cristiano" de BAC, edición 2003:
"se cuenta de él que su hermano lo había enviado a Fleury-sur-Loire a recoger las reliquias de san Benito y llevarlas de nuevo a Montecassino, pero se dice que había quedado ciego al abrir la caja donde se guardaban las reliquias y que fueron las oraciones del abad las que le devolvieron la vista."
Algo no me cerraba en esta anécdota: si la cosa sólo era recoger las reliquias ("ya que vas, recógeme el paquete de huesos..."), ¿por qué quedó ciego? No sé, parece un relato mocho, algo central le falta.
Pues bien, hoy leí el relato original, escrito por un monje contemporáneo, en una colección de milagros de san Benito, que en sustancia dice que "fue enviado por Pipino a la abadía de Fleury con la misión de llevarse de allí las reliquias de san Benito para trasladarlas a la abadía de Monte Cassino. Para ello entró furtivamente al templo junto con los suyos, pero Dios mismo protegió su santuario, y una repentina luz dejó ciegos a todos los intrusos, de tal manera que ni siquiera podían avanzar un paso. Dando gritos suplicaban auxilio, así que se acercaron al lugar no sólo los monjes sino el propio abad, quien sacó de la mano a los violadores del templo. Puestos en tierra confesaron el hecho y suplicaron misericordia, de modo que el abad, una vez ofrecidos los sacrificios penitenciales necesarios, los devolvió a sus lugares, y les dio las reliquias de san Benito, y así se pudo cumplir el encargo. En agradecimiento, Pipino se tornó benefactor de la abadía."
Interesante, no? se trata ni más ni menos que de un robo, protagonizado por el santo del día. Claro, uno entiende que un santoral tan piadoso como el de la BAC no quiera contarlo, pero para que no haya que contarlo, sería preciso que no hubiera ocurrido...
¿Y si resultara ser que la santidad no tiene nada que ver con ese modelo "laico" de santo que nos hemos inventado (los católicos, no "el mundo"), lleno de virtudes humanas, obtenidas aristotélicamente por él mismo, y en donde Dios y su misericordia sobran?
En otras épocas no le tenían ningún miedo a venerar como santo a un obispo un poco chorizo, con tal de que hubiera pedido perdón como lo pedimos todos, cada día.
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«Con el amor al prójimo aclaras tu pupila para mirar a Dios» (S. Agustín)
Humanidad, que le dicen