AMIGO: Nosotros no podemos hacer NADA para que una persona se salve o se convierta… NADA, porque la conversión y la salvación son un don de Dios y el da la gracia para ello.
YO: La fe entra por la “escucha”. Si no predicamos o llevamos la palabra muchos no conocerán el don de Dios. Además ¿San Agustín se hubiera convertido sin las oraciones de su madre? No podemos obligar o garantizar, pero si ayudar la gracian de Dios. Él así lo quiere, que sirvamos.
AMIGO: Así es, y esa ayuda que ofrecemos es por mera gracia de Dios. Quienes predican no lo hacen por su fuerzas. Quienes oran no lo hacen por sus fuerzas o méritos. Esa ayuda no la damos nosotros estrictamente hablando sino Dios. De lo contrario caemos en un semipelagianismo.
YO: Eso es técnicamente correcto. Solo hay que cuidar cuando usamos frases absolutas, ya que a alguien que no sea tan técnico le suena que Dios baja y personalmente te convierte sin necesidad de mediaciones humanas como la predicación o la oración. 🤘
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Pero me hizo recordar a Pelagio, diario se me olvida.
Copio el resumen de un artículo que estaba leyendo:
«El problema que se plantea es el de considerar que si el hombre, tal como señala Agustín, necesita del don divino de la gracia para dar el primer paso y para avanzar, entonces ¿en qué medida está en manos del hombre la salvación o la condena? Lo que se presenta a la base en este problema es el tema de la predestinación, la opción de lectura que tomamos, basándonos en el texto, es la que diferencia entre dos órdenes de méritos, uno en sentido positivo y otro en sentido negativo. Los méritos en sentido positivo, los que tienen que ver con el querer y el hacer son dones divinos, en cambio los méritos en sentido negativo, los que se relacionan con evitar el mal están en manos del hombre, en forma restringida en el querer, pero no en el poder, para eso es que necesita la gracia.»
El problema es que no me cierra del todo. Adicionalmente ¿cómo Cristo vendrá a juzgar a vivos y muertos? ¿Será acaso solo para juzgar a los que más o menos no querían hacer el mal?
Juzgar, no te salvará sin ti, la fe sin obras está muerta, libre albedrío… todo eso choca un poco con la idea de que tanto el querer como el poder de salvación viene exclusivamente de Él, ante todo el poder
ABEL: «Toñi, te debo la respuesta. Mejor dicho, la clarificación, porque la respuesta la vengo dando desde antes: la centralidad de Jesús no evita que debamos asentir a la obra salvadora: Dios que te creo a ti sin ti, no te salvará a ti sin ti, pero -agregaría- tampoco te salvará a ti por ti, sino por su amor y su misericordia, a partir de las cuales, podrás hacer obras buenas, que no te salvan (ya te salvó Jesús) pero que salvarán a otros (y ese es tu papel asociado a la cruz).»
¿Pero porqué no Dios obro en la gracia de esos otros, que ahora se salvarán por mi papel?
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Te das cuenta que por momentos estos problemas llevan a "encierros dialécticos", es decir, resuelves un frente (la libertad divina, por ejemplo) y se abren otros (por qué Dios juzga un mérito que es de su gracia, por ejemplo).
Mi opinión es que cuando se llega a esos enredos se ha traspasado el lenguaje del anuncio de la fe. Pueden ser buenas lógica y teológicamente las soluciones, pero ya no se cuenta con el aval de la revelación.
Dios pretende ganarnos para su causa, ese es un primer paso que solo puede dar él.
¿No podemos hacer nada nosotros? sí, pero lo que hacemos no llega ni puede llegar hasta Él. Lo que hacemos, méritos, religión, espiritualidad natural, solidaridad, etc.... todo lo embrolla, en una mezcla de falsas representaciones de Dios y egoismo.
Pone en valor nuestro deseo de Dios y manifiesta nuestra necesidad y disposición, pero no sirve en términos absolutos. Nuestra acción ayuda y a la vez entorpece a la presencia de Dios entre nosotros -Emmanú.El-, que es lo que decimos cuando hablamos de "salvación". ¿Por qué? fundamentalmente porque siempre coloca algo de Ego en el centro, y donde hay Ego no puede reinar Dios.
Así que todo lo que hacemos es algo así como agitar los brazos y decirle "Por favor, ven y hazlo Tú" (como en el Padrenuestro).
Ni siquiera nuestros "méritos negativos" están libres de buscarnos a nosotros mismos, así que no hay nada nuestro que realmente produzca salvación, produzca "Dios con nosotros", que es la acción libérrima del propio Dios.
Sobre el juicio la razón puede desvariar siglos, pero la revelación habla con meridianaa claridad:
«Hablad y obrad tal como corresponde a los que han de[1] ser juzgados por la ley de la libertad. Porque tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericordia; la misericordia se siente superior al juicio.» (Stg 2,12-13)
Y esta no es una ocurrencia de Santiago sino que es plenamente convergente con la predicación de Jesús, e incluso con el deseo de Jesús de atar el perdón de nuestros pecados al perdón que demos a los que pecan contra nosotros.
Así que sí podemos hacer algo, y sí podemos "tener mérito", pero eso que hacemos y ese mérito no es la salvación, sino la preparación del suelo para que libérrimamenrte Dios se haga presente, en sus tiempos y modos, en nosotros.
La pregunta por el mérito está de antemano mal formulada, porque quien se preocupa por cuánto de sí mismo hay en la salvación, ya está errando el sentido mismo de la salvación.
Esto es lo que me parece en relación a tus preguntas, no sé si entendí correctamente el planteo.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Parafraseando a S. Pablo, ¿qué tenemos que no hayamos recibido? Desde ese punto de vista, todo es don y todo es gracia, porque abandonados a nuestras propias fuerzas, poco o nada es lo que podemos hacer. Ahora bien, está de nuestra parte el hacernos receptivos a esa gracia, corresponder a ese don para que Dios actúe en nosotros y a través nuestro (actuar como mediadores de Dios).
Por lo tanto, sí podemos hacer por la conversión de otra persona, pues tenemos libertad y voluntad, pero siempre trabajamos con talentos prestados, que son de Dios, y la primera iniciativa, la llamada y la salvación, son siempre Suyas.
"(...) el sonido del puro silencio". 1 Re 19, 12
<Vete, tu fe te ha salvado...>
¿Por qué Jesus recalcaria que la Fe la salvo si la Fe también es algo que el le da?
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Creo que porque la fe es don de Dios, pero es tarea nuestra el mantenerla y alimentarla. Como una semilla, crece sin que el agricultor sepa cómo, no obstante lo cual el agricultor la riega y la abona.
Un abrazo.
"(...) el sonido del puro silencio". 1 Re 19, 12
En esa frase (y en la mayor parte del uso habitual de la palabra en la Biblia), la palabra "fe" equivale a confianza, y es una actitud interior, personal, no se refiere al sentido más teológico de la fe como don de Dios que permite trascender las realidades terrenas para ver "desde Dios" y comprender y aceptar el "modus operandi" de Dios en el mundo.
Eso último es un don, solo lo puede dar Dios, porque es la capacidad de mirar con su mirada; mientras que la fe como confianza, como actitud de apertura que me permite entregarme a Dios para que él haga en mí lo que crea mejor (por ejemplo, otorgarme y hacer crecer la fe), eso es humano, es un deseo, que Dios con su don lo perfecciona.
La palabra "fe" tiene muchos matices, y no siempre los evangelios la dicen de la misma manera. Nosotros distinguimos entre fe y cofianza, pero para la Biblia son dos caras de lo mismo: una es la cara humana y otra la divina.
Como en el salmo: «tenía fe aun cuando dije "qué desgraciado soy", yo decía en mi apuro "los hombres son unos mentirosos"» (115).
Es decir, el salmista se dio cuenta de que había perdido su confianza en Dios, ya que veía en el mundo solamente la mentira humana, y no la justicia divina. Pero reflexionando llegó a ver que no había perdido la fe, que solo había perdido su confianza humana en Dios, su apertura. La fe lo había seguido sosteniendo, y él ahora, al ver el obrar de Dios, podía darle gracias, había sido vuelto al buen sentido, podríamos decir.
Por supuesto esto se complementa con lo que decía Jorge.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)