Niña celestial, que con tantos prodigios de gracias te dignaste mostrar tus deseos de ver honrada tu tierna infancia.
Tú, la más privilegiada entre las hijas de Eva, vuelve hacia mí, desde esa preciosa Cuna, tus ojos llenos de dulzura y bondad, y continuando tu oficio de Mediadora y Abogada, haz que vea cumplida mi súplica.
No salga yo defraudado en mis esperanzas de tu venerada Cuna, sino que consiga las gracias y los consuelos que te pido.
A mí y a todos, ¡oh María!, alcánzanos el verdadero espíritu de la devoción a Ti, ¡Virgen Niña!, y el don inapreciable de la perseverancia final.
Así sea.
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Hay en internet distintas versiones acerca del origen del culto a la Virgen; pero a lo que parece más firme, la devoción está arraigada sobre todo en Milán y en México (mediados del siglo XIX), aunque también en Lleida un santuario recuerda la aparición de la Virgen Niña en 1468.
La infancia de la Virgen fue sobre todo representada en pinturas (Murillo, Tiziano), y en el arte indigena de la América hispana, en la forma característica de una niña rodeada de flores, como la Virgen niña hilando, de escuela cuzqueña del siglo XVII, que proponemos a la devoción en la página.
Su fiesta se celebra el día de la Maternidad de la Virgen, el 8 de septiembre.