Madre
enséñanos a decir si a todos los proyectos divinos;
danos el proclamar contigo las maravillas del amor de Dios como lo hiciste en la casa de Isabel;
comunícanos, tu espíritu de adoración a Jesús en la pobreza de nuestra vida cotidiana, como Tú lo hiciste en Belén;
particípanos tu capacidad de interiorización de los misterios del Dios vivo, de la pasión de tu Hijo y que cada día resucitemos a una vida de más entrega y generosidad, impulsados por la gracia de un nuevo y constante Pentecostés;
que seamos testigos vivos y elocuentes de la vida, muerte y resurrección de tu hijo Jesucristo.
Amén
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Puede leerse una hermosa historia del origen del rezo del Rosario en el Santoral de ETF, en la memoria correspondiente al día 7 de octubre