El cambio de milenio ha puesto nuevamente en primer plano el debate sobre la fecha del nacimiento de Jesús. Pese a la abundante información cronológica que dan los Evangelios, ésta no es lo suficientemente precisa como para permitirnos saber ni tan sólo el año en que sucedió. Es por eso que se han buscado otras formas de determinar esa fecha, siendo una de ellas la de tratar de identificar la aparición de la estrella de Belén con algún fenómeno astronómico conocido. Desde Kepler hasta nuestros días se han propuesto diferentes teorías, siendo las principales una configuración planetaria con especial significado astrológico, una estrella nova o un cometa, sin que ninguna de ellas haya logrado la aceptación general.
En relación con el año en que murió Jesús, la información presente en el Evangelio es aún más vaga. Sólo se nos dice que Juan el Bautista comenzó su predicación en el año 15 de Tiberio César, el cual corresponde al año 29 de nuestra era. Por otra parte Pablo de Tarso en una de sus epístolas nos da indicios de que su conversión no fue posterior al año 36. Dentro de este intervalo de casi 8 años, la ciencia histórica no puede aportar más que conjeturas. No hay forma de saber el tiempo que transcurrió entre el comienzo de la predicación de Juan y el inicio de la vida pública de Jesús, ni tampoco hay consenso en cuanto a la duración de ésta última.
El día de la muerte, en cambio, está mucho mejor identificado en el Evangelio. Coincidió con la celebración de la Pascua judía, fiesta que en el calendario hebreo tiene lugar el día 15 del mes de Nisan. La interpretación más corriente del texto evangélico dice que la muerte ocurrió el día anterior al de la Pascua, habiendo algunos, sin embargo, que piensan que ocurrió el mismo día. Como no hay duda de que Jesús fue crucificado un día viernes, estamos hablando de un año en que el 15 de Nisan cayó en sábado o, según la interpretación minoritaria, en viernes. En el calendario hebreo, al igual que en el nuestro, una determinada fecha no cae todos los años en el mismo día de la semana. Por lo tanto la información anterior podría usarse en principio para acotar más el año que nos interesa.
El problema se resuelve construyendo un almanaque que cubra el período entre los años 29 y 36, mostrando al mismo tiempo los días de la semana y las fechas de la Pascua judía. Sería fácil hacer esto con el calendario hebreo actual, cuyas reglas, aunque complejas, son conocidas. Pero estas reglas se establecieron varios siglos más tarde. En la Jerusalén del siglo I de nuestra era se utilizaba un calendario luni-solar basado tanto en la observación de la luna como en el cálculo. Aunque no hay información detallada de ese calendario, se presume que representa una etapa intermedia entre el calendario babilónico y el calendario hebreo usado más tarde. El calendario babilónico fue utilizado por los reinos Persa, Seléucida y Parto, entre los siglos V A.C. y I D.C. Se conoce en bastante detalle gracias a la gran cantidad de textos cuneiformes encontrados en las excavaciones arqueológicas.
En estos calendarios cada mes comienza con la observación de la Luna Nueva, es decir con el primer avistamiento del creciente lunar después de su conjunción con el Sol. La visibilidad depende de la altura de la Luna sobre el horizonte al ponerse el Sol y de la magnitud del creciente iluminado, la cual, a su vez, es función de la distancia angular entre la Luna y el Sol. Obviamente también depende de las condiciones atmosféricas, que podrían dificultar o impedir la visibilidad del creciente durante muchos días. En estos casos se suplía la observación con algún mecanismo de cálculo, siendo la regla más básica que ningún mes pudiera durar más de 30 días, aunque no se viera la Luna Nueva.
A partir de las tablillas babilónicas y de observaciones modernas, hoy se conoce de manera bastante precisa las condiciones para la visibilidad del creciente lunar. Si, al ponerse el Sol, la Luna está directamente sobre éste, la altura de aquella debe ser al menos de unos 10°. Este requerimiento disminuye gradualmente a medida que la Luna se presenta inclinada en relación con el Sol, pudiéndose ver el creciente a una altura tan baja como 6° cuando la diferencia de azimut entre ambos astros es de unos 20°.
Existen hoy varios programas de computación personal que nos permiten simular la visibilidad del creciente lunar desde Jerusalén durante aquellos años. Mediante ellos estamos en condiciones de ubicar el comienzo de cada mes lunar con a lo más un error de un día. Sin embargo esto no es suficiente, ya que aún nos falta saber cuál de esos meses era el que los judíos conocían como Nisan.
En Babilonia el mes de Nisanu (equivalente al Nisan hebreo) era el primer mes del año y comenzaba con la primera Luna Nueva que seguía al equinoccio de primavera. En el judaísmo posterior y en la tradición cristiana la Pascua, es decir, el 15 de Nisan, estaba asociada a la primera Luna Llena posterior a dicho equinoccio. Aunque es probable que esta última fuera la definición usada en tiempo de Jesús, también sabemos que los sacerdotes podían postergar en un mes la iniciación del año, si consideraban que la primavera venía muy retrasada. Por ese motivo en nuestro análisis tendremos en cuenta ambas definiciones, las que en algunos años coinciden y en otros colocan el Nisan hebreo un mes antes del Nisanu babilonio.
En la tabla inserta abajo presentamos las fechas de todas las Lunas Nuevas que podrían haber señalado el comienzo del mes de Nisan, entre los años 29 y 36, indicando sus condiciones de visibilidad según los criterios señalados anteriormente. Cuando ésta es dudosa por su poca altura sobre el horizonte, también se incluye el día siguiente. El día 1 de Nisan comienza con el avistamiento y se prolonga hasta la puesta de sol del día siguiente. Para saber en que día hubiera caído la Pascua, se suman 15 días a la fecha anterior. También se indica el día de la semana que correspondería a esa Pascua.
Las filas que nos interesan son aquellas en las que la Pascua cayó en sábado o en viernes. según creamos que la crucifixión fue la víspera o el mismo día de la Pascua. En el primer supuesto los candidatos son los años 30 y 33, estando todos los demás años absolutamente excluidos. Usando el segundo supuesto, el año 30 tiene una baja probabilidad (requiere de una avistamiento de la Luna a sólo 8° del horizonte) y para el año 34 tendríamos que suponer que los sacerdotes retrasaron en un mes el inicio del año, posiblemente porque la Luna Llena del 25 de marzo estaba demasiado cerca del equinoccio.
Entre los dos años posible, el 30 y el 33, hay fuertes razones históricas a favor del segundo. De lo contrario habría comprimir las predicaciones de Juan el Bautista (quien murió antes) y del mismo Jesús a unos cuantos meses de duración. Entre el 33 y el 34, preferimos seguir la tradición mayoritaria que coloca la muerte en la víspera de la Pascua.
En consecuencia, Jesús de Nazaret habría sido crucificado el viernes 14 de Nisan del año 19 de Tiberio César. Según Poncio Pilato, quien ya usaba el nuevo calendario instaurado por Julio César, la fecha fue el tercer día antes de las nonas de abril, siendo cónsules Lucio Livio Ocella y Lucio Cornelio Sila. Para un astrónomo de aquella época, la muerte ocurrió el 22 de Pharmouthi del año 780 de la era de Nabonassar, de acuerdo con el calendario egipcio usado hasta los tiempos de Copérnico. Un astrónomo de hoy diría que sucedió en el día juliano 1.733.204, mientras que para el común de los mortales, finalmente, la fecha de la crucifixión fue el 3 de abril del año 33, a las 3 de la tarde, hora de Jerusalén.
Aquellos que el año 2000 quedaron algo frustrados por no saber exactamente qué estaban celebrando, podrán esperar hasta el domingo 3 de abril del 2033 para conmemorar los 2000 años exactos de la muerte de Jesús. No tan exactos, en realidad, porque debido a las imperfecciones de nuestros calendarios, los 2000 años trópicos desde la muerte de Jesús se cumplen un par de días antes, el 1 de abril del 2033, la que resulta una fecha aún más adecuada ya que cae en viernes. Pero debido a que la Iglesia sigue utilizando un calendario luni-solar, el Viernes Santo de ese año caerá el 15 de abril, por lo que podremos tener dos conmemoraciones, una civil y una religiosa, las que de alguna manera estarán reflejando los dos tipos de calendarios que ha usado la humanidad a lo largo de su historia. No en vano ya en el primer capítulo del Génesis aparecen el Sol y la Luna para señalarnos el tiempo de las festividades, de los días y de los años. ¡Que así sea!
Año
|
Definición
día 1 de Nisan |
Fecha de la Luna Nueva
|
Altura de la Luna
|
Diferencia de azimut
|
Fecha de la Pascua
|
Día de la semana
|
---|---|---|---|---|---|---|
29
|
Normal
|
|
8°
|
6°
|
|
Lunes
|
29
|
Normal
|
|
19°
|
7°
|
|
Martes
|
30
|
Normal
|
|
8°
|
5°
|
|
Viernes
|
30
|
Normal
|
|
19°
|
6°
|
|
Sábado
|
31
|
Normal
|
|
18°
|
6°
|
|
Miércoles
|
31
|
Retrasada
|
|
11°
|
3°
|
|
Jueves
|
32
|
Normal
|
|
8°
|
2°
|
|
Lunes
|
32
|
Normal
|
|
21°
|
3°
|
|
Martes
|
33
|
Normal
|
|
15°
|
1°
|
|
Sábado
|
33
|
Retrasada
|
|
10°
|
1°
|
|
Domingo
|
33
|
Retrasada
|
|
24°
|
1°
|
|
Lunes
|
34
|
Normal
|
|
19°
|
1°
|
|
Miércoles
|
34
|
Retrasada
|
|
15°
|
1°
|
|
Viernes
|
35
|
Normal
|
|
19°
|
2°
|
|
Miércoles
|
36
|
Normal
|
|
11°
|
3°
|
|
Domingo
|
36
|
Normal
|
|
23°
|
2°
|
|
Lunes
|
36
|
Retrasada
|
|
19°
|
1°
|
|
Martes
|