En Inglaterra se lleva a cabo el segundo domingo de adviento una iniciativa apostólica que es el "Domingo de la Biblia". En la actualidad, por las redes sociales, el emprendimiento llega a más gente. Sin embargo me pregunto, ¿los católicos no seguimos un poco remilgones en esto de leer la Biblia?
Lo que veo en las redes sociales católicas es que Biblia, sí, pero... no se acredita el catolicismo hasta que no te cubren con el manto de las encíclicas y catecismos.
Sin minusvalorarlas, claro, pero no olvidemos que todos esos documentos son derivados; la Palabra de Dios sigue siendo la Biblia en primer lugar, y la Tradición como marco de referencia interpretativo, en lo que con naturalidad se inserta el Magisterio, arbitrando lecturas, e incluso promoviendo su desarrollo.
En el fondo, me da toda la impresión de que esto del Magisterio funciona, en la conciencia de muchos católicos (¡y de muchos comunicadores católicos!) como una gran excusa, y no como un impulsor de la cercanía de la Biblia.
"Leer la Biblia me puede confundir, eso de la lectura personal, en el fondo es protestante. Es el Magisterio el que la tiene que interpretar...". Bueno, pues supongamos que nuestro anónimo opinante tiene razón, pero ¿qué interpreta el Magisterio acerca de la Biblia?:
«[...] el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos, en particular a los religiosos, a que aprendan "el sublime conocimiento de Jesucristo", con la lectura frecuente de las divinas Escrituras. "Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo".» (Dei Verbum, 25)
¡Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo! la frase es de san Jerónimo, del siglo IV, ¿cuánto hemos avanzado en estos siglos para realizarla?
Quienes oponen Biblia a Magisterio, quienes descartan la lectura directa de la Biblia por una supuesta fidelidad muy católica al Magisterio... no están siendo fieles al Magisterio, porque lo que el Magisterio manda es leer la Biblia.
La Biblia es difícil, eso es verdad, la Biblia es confusa si no se tiene un poco de formación, también es verdad, y la Biblia, excepción de lo que ya conocemos previamente, como los evangelios, puede ser también aburrida, es cierto.
Al igual que ocurre con la música clásica: si nunca escuchamos Mozart, por muy maravilloso que sea, nos sonará todo igual, y a la larga, confuso y aburrido. No son cualidades de Mozart (o de Bach, o de Beethoven) ser confuso y aburrido, es parte de nuestro acercamiento, es por nuestra falta de entrenamiento.
Pero entre cualquier música clásica, la mejor de todas, y la Biblia, hay todavía una diferencia fundamental: la Biblia la necesito para vivir. ¿Para vivir?, me dirán. Sí, para vivir. Puedo durar toda esta vida, pero ¿cómo viviría en serio si no hablo con Dios? ¿y cómo hablaría con Dios si desconozco su lenguaje?