El Padre Jorge González Guadalix, en su blog «De profesión, cura», perteneciente a la estructura de Infocatólica, escribe esta semana un artículo titulado «Camino de una Iglesia intrascendente». Primero toma la palabra «intrascendente» en su sentido de «sin dimensión trascendente de la fe» , pero luego saca la conclusión lógica: una Iglesia que perdiera su dimensión trascendente de la fe, se volvería verdaderamente intrascendente, en el sentido cotidiano de irrelevante.
La conclusión es completamente cierta: si la Iglesia perdiera su vinculación trascendente, perdería también su sentido de estar en el mundo: la Iglesia no está para ocupar ningún escaño, sino para ser presencia de Dios Emmanú-El, Dios con nosotros.
El problema no es la conclusión de este pensamiento, sino aquello que el P. Jorge, la mayoría de los que ponen comentarios al artículo, y muchos otros sentados en la tribuna para observar y juzgar a la Iglesia opinan que es «perder la dimensión trascendente de la fe».
El P. Jorge da un ejemplo con el que por supuesto estoy de acuerdo. Según él comenta, «Ayer leía el comentario de algún sesudo pensador en un medio tan sesudo como él, donde se calificaba, por ejemplo, a la adoración eucarística simplemente como bobada.» Del momento en que no cita la fuente, no puedo comentar ni opinar sobre lo que piensa el autor, pero efectivamente, si verdaderamente alguien (teólogo o no), dijera que la adoración eucarística es una bobada, eso mostraría en él una pérdida completa del sentido de Dios.
Ahora bien, el P. Jorge no se limita a esos ejemplos, que realmente abonan su tesis, pero que en definitiva lo más que muestran es que los autores de esos ejemplos son poco o nada cristianos... dice literalmente: «Hagan el favor de leerse documentos o escritos del santo padre. Observen las campañas institucionales de la Iglesia, deteniéndose especialmente en Cáritas y Manos Unidas.»
Ya ahí no estamos hablando de opiniones particulares, ni del sentido de la fe de este o de aquel. Es una acusación muy sería, a la Iglesia en conjunto, dicha casi como al pasar.
¿En qué se apoya esta acusación, que no es marginal (una manía del P. Jorge, una mera línea editorial de un medio habitualmente extremo), sino bastante extendida en algunos círculos de católicos?
El artículo la sintetiza en una serie de ideas, expresadas positiva y negativamente:
«Ha desaparecido casi por completo la idea de Dios, para reducir toda la misión de la Iglesia a un ser buenos, ocuparnos de los pobres, los débiles, los refugiados y la madre tierra, y despreciar a la vez todo aquello que pueda suponer adoración, oración pausada, estudio de la Escritura, conocimiento de la tradición. Solo lo humano. Solo.»
La repetición del «solo» final le añade dramatismo y deja ver que las cosas podrían ser de otra manera si «además» de «ocuparnos de los pobres, los débiles, los refugiados y la madre tierra», le damos importancia a la «idea de Dios», entonces las cosas serían de otro modo... no es lo que hace la Iglesia, sino -según el P. Jorge- lo que deja de hacer: en vez de el hombre y Dios, solo el hombre...
¿Y cómo sería -siempre a juicio de este pensamiento- una Iglesia que se ocupara no solo de los débiles, etc. sino también de la idea de Dios? Por suerte, tan claro como es acusando al conjunto de la Iglesia, lo es para dar su propia opinión de los fundamentos de la fe: «Lo importante es ser santos y llegar al cielo. Digo yo» (sic)...
O sea que si ayudas a los pobres para ser santo y llegar al cielo, estás en sintonía con el evangelio (del P. Jorge), pero si los ayudas porque son pobres y necesitan de tu ayuda, estás muy a la moda, pero fuera del evangelio (del P. Jorge). Porque lo importante es ser santo y llegar al cielo.
Me gustaría que alguno de todos estos católicos de tribuna, me mostraran en qué momento del evangelio Jesús dice que tenemos que hacer cosas «para» llegar al cielo. ¡Por supuesto que Jesús habla del cielo y del Reino de los cielos, y lo promete y nos amenaza de que podemos perder la oportunidad de entrar, etc!
Jesús dice, por ejemplo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos.», pero no dice que tenga que cambiar y ser como niño con el objetivo de entrar al Reino de los cielos. Más bien el objetivo de Jesús es muy semejante al de las ONG cristianas, y muy poco parecido al del P. Jorge: [al ir a una ciudad] «curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."» (Lc 10,9)
Trascendencia e inmanencia
El «sentido de trascendencia» no se descubre oponiéndolo a la inmanencia. Cuando el propio Dios se ha hecho hombre, trascendencia e inmanencia ya no son dos polos que se excluyen recíprocamente.
El mismo Jesús que una y otra vez insta a ayudar -¡muy inmanentemente!- a los pobres y a los pecadores, y que él mismo ayuda y defiende contra los acusadores (por cierto, muy «religiosos») que lo rodeaban, cuando se trata de una falsa solidaridad como la de los que se indignaron por el precio del perfume en la unción de Betania (Mc 14,4-9), los reconviene recordándoles que «a los pobres los tendréis siempre con vosotros».
Por cierto es curioso el destino de esta cita: es la única en la que Jesús no se comporta como una ONG cristiana, entre cientos de citas en las que insta en voz alta y baja, por activa o por pasiva, a ocuparse de los pobres... sin embargo es la que sacan a relucir una y otra vez los cristianos que no quieren obedecer a Jesús en el mensaje que, no solo por su importancia de fondo, sino también numéricamente, es el más presente en su predicación: los pobres, débiles, pecadores, excluidos.
Jesús vino para los pobres (de dinero, de espíritu, de poder, de influencias, de formación, de virtud, etc... para todos los pobres, para cualquier pobre, con la única condición de que fuera pobre o se hiciera a sí mismo pobre, niño, eunuco, necio, etc.), ¿hay alguien que puede tener la cara tan dura o el corazón tan ciego que, después de leer los cuatro evangelios, diga que ese no es el destinatario central del anuncio evangélico?
Cualquier otra cosa que pensemos sobre la trascendencia o la inmanencia está supeditada a si cabe en el anuncio que Jesús hizo a los pobres y a los que se hacen a sí mismos pobres para poder escuchar su mensaje. Mateo y Lucas resumen la diferencia entre el Israel que esperaba a Dios, y el Israel que ya lo ha recibido, con esta frase: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!» (Mt 11,4-6 || Lc 7,22-23). Y el propio Jesús, según Lucas, presenta su ministerio con una cita de Isaías (una cita compleja, de la que curiosamente Jesús -o el Espíritu que inspira a Lucas- ha quitado cualquier aspecto de condena del mundo, que estaba en el original de Isaías): «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.» (Lc 4,18-19)
Aunque muchos cristianos se sientan muy molestos con esto, es necesario repetir y recordar una y otra vez: el Señor vino para traer su evangelio a los pobres, y el que no se hace como ellos, ni puede escucharlo, ni entenderlo.
No vino para que seamos santos y lleguemos al cielo, para eso ya se bastaban (y se siguen bastando) los fariseos, sus sistemas de trascendencia religiosa, y su dios transaccional. El cielo y la santidad son el resultado del oír y poner en práctica el anuncio de Jesús, hecho a los pobres y para los pobres: «proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». El cielo y la santidad no son objeto de anuncio, ni se obtienen por ningún mecanismo de trascendencia distinto que el único mecanismo «trascendinmanente» traído por el Dios-Hombre.
¿Vas a misa y «salvas tu alma» pero los pobres te importan un bledo, porque son «inmanentes»? El Señor te dice: «No todo el que me diga: "Señor, Señor", entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.» (Mt 7,21)
Pero para la sentencia contraria no hay reprimenda: si ayudaste a los pobres, visitaste a los cautivos, diste de comer al hambriento, de vestir al desnudo, etc. pero no te diste cuenta de decir «Señor, Señor» (quizás te faltó una verdadera catequesis, quizás no lo sabías, quizás el párroco de tu Iglesia solo se preocupaba de la trascendencia y la idea de Dios), el Señor no te reprende, al contrario, dice: «"Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis."» (Lc 25,34-40)
¿Puede alguien con una mano en el corazón y ojos en la cara decirme que estoy inventando, sacando de contexto, exagerando la importancia de estas citas, o que Jesús no quiso decir lo que aquí se entiende?
¿Se puede articular lo trascende y lo inmanente, o debemos optar por uno de ellos?
¿Quiere entonces decir que nos debemos ocupar solo de la solidaridad inmanente y olvidarnos de la catequesis, la adoración ecuarística, la oración, lo «trascendente»?
No, quien saca esa conclusión no ha leído el evangelio ni se guía por él: hay que practicar la misericordia activa, la solidaridad, la ayuda «horizontal», sin descuidar lo otro, eso que nos recuerda y nos pone frente al Dios que nos hace pobres y aceptos a sus ojos: la oración, la adoración, los sacramentos y todo lo que ello conlleva, como claramente lo señala Jesús en Mt 23,22.
Pero la condición de una y otra actividad no es simétrica: las actividades «trascendentes» sin inmanencia, se vuelven banales, porque no se dirigen realmente al Dios que te mira cuando eres pobre y te purifica y eleva. Con una adoración que no parte de la realidad inmanente, solo te estás adorando a ti mismo, creyendo que adoras a Dios, y solo buscas salvarte, por lo cual tú mismo te cierras a la salvación que solo viene de Dios.
Manos Unidas y Cáritas y muchas asociaciones católicas parece que se dedican «solo» a la solidaridad inmanente, es más: por ejemplo atienden a los musulmanes sin anunciarles nunca a Jesús, e incluso en algunos sitios quitan las cruces de las aulas de atención para no ofenderlos. ¿Han perdido el sentido de trascendencia?
La Iglesia es un cuerpo, y unos hacen una tarea y otros otra, ni todos Pablo, ni todos Apolo, ni todos Cefas. Hay comunidades que solamente oran, son contemplativos, ¿están «salvando sus almas»? ¡No! están alimentando a la Iglesia, para que ella tenga la fuerza, en sus brazos como Cáritas y Manos unidas, para ayudar a los hombres... ¡sí, «horizontamente»!
Trascendencia e inmanencia son palabras del todo inadecuadas para analizar la realidad de la Iglesia en su camino de escudriñar el mensaje de Jesús y tratar de ser más y más fiel a ese mensaje. Pero si no queda otra que usar de ese lenguaje, diría:
Efectivamente, la Iglesia se está volviendo «in-trascendente», está dejando atrás el sueño trascendentalista de aquellos cristianos que creían que el objetivo era «salvar su alma», y está volviendo más y mejor al sueño de Jesús: una Iglesia pobre y para los pobres, de la que sólo eres parte si te vuelves pobre, tarea difícil pero que da mucho fruto, y que no podrías hacer sin el auxilio de la gracia.
Los rebeldes a Dios que acusan a la Iglesia de tergiversar la tradición, no ven que no es lo mismo que haya dos o tres teólogos aislados diciendo que la Iglesia debe volver al mensaje esencial de la pobreza, la debilidad, los pecadores, los marginados, etc., sino que es la propia Iglesia, con Pedro como cabeza, la que ha encontrado que eso es lo que Dios le está pidiendo hoy. ¡Esa y no otra es la función de Pedro: apacentar, conducir! Me alegro que el P. Jorge y su tribuna se den cuenta que la tarea de ayudar a la Iglesia a reencontrar el mensaje de Jesús la está haciendo Pedro, y no Juan de los Palotes. Lástima que eso no les sirve para resignar sus propios criterios, tan alejados, no solo del Evangelio, sino de lo que la Iglesia hoy les está pidiendo. Distinto, desde luego, a lo que la Iglesia (también conducida por el Espíritu) creía necesario e importante hace cinco siglos.
Exacto. Algo parecido sucede cuando alguien pone de ejemplo a los anglicanos. La iglesia de Inglaterra, al querer ser todo para todos habría perdido su dimensión sacral. También me recuerda aquella publicación tan popular, “El valor divino de lo humano” (se me olvida el autor). Y siempre están los que gustan de inventar muñecos de paja para poder refutarlos con sarcasmo (como decir que alguien dijo tal cosa sobre la adoración eucarística que a ningún católico se le ocurriría decir, aunque ya no crea en esa práctica). Aprovecho para abogar por una iglesia pluralista en que se cobijen en un mismo rebaño tradicionalistas y progresistas. ¡Gracias!
Un artículo precioso que, desde mi punto de vista, pone "la cosas en su sitio": muchas gracias, Abel. Por otro lado, no es nada fácil tu "propuesta"... por eso el auxilio de SU gracia es fundamental. Rezaremos por ello...
Una religion intranscendente nuevo publicaciones
Abel
Dándole la razón en su “condena” al necio, tonto, idiota, que llamó bobada a la adoración eucarística, en el resto no estoy de acuerdo con el P. Jorge, y no lo estoy precisamente con la Biblia en la mano, y digo la Biblia porque hoy en Misa, escucha al profeta Isaías, definir el ayuno, “ partir tu pan con el hambriento”; Jesús se identificó, hasta tal punto con los pobres y los que sufren que ya nos anunció de que ira el Juicio, tuve hambre me diste de comer, tuve hambre no me diste de comer. Él nació y vivió pobre, nos lo muestran muchas veces que se había retirado para “hablar con su Papá”, lo van a buscar, deja la oración, y se va atender a las personas
Los pobres, los enfermos, bueno los seres humanos en general, no son peldaños, cositas, de las que yo me puedo valer, para subir, ni al Cielo, que por otro lado, como no es un lugar, no hay que subir, los pobres que son los 2º vicarios de Cristo, están para que les demos, lo que Dios nos ha dado a nosotros para compartir, que Dueño sólo Dios
Usar a un pobre para ganar el Cielo, creo que sería perder el Cielo, pues sería convertirlo en objeto
Por otro lado, el Cielo ya está ganado, Jesús lo ofrece a todos, sólo hay que decirle, Si, y, ya sabemos cómo se dice; aunque el P. Jorge lo dude, Caritas, y, Manos unidad hacen una labor de evangelización tremenda, hacen presente el Amor de Cristo, porque como Dios, que según su hijo, y es verdad, hace llover sobre buenos y malos, acogen y ayudan a todo él que lo precise, cosa que no hace todo el mundo, no preguntan al que tiene hambre si es creyente, ateo, cristiano, musulmán, católico, protestante, justo lo que hizo la Iglesia desde el principio, lo que hizo siempre Jesús
Asi es Abel, estoy completamente de acuerdo contigo, desde que Dios se encarno, Cielo y tierra están unidos, por eso la Iglesia, es decir desde el Papa, hasta el último cristiano bautizado hoy; tenemos el deber de “encarnarnos en el mundo”, de ponernos en la piel de los otros, y no es fácil, sinceramente es mucho mejor, si no que le pregunten a Pedro, que no se quería bajar del Monte, es mucho más sencillo, novenas, prácticas de piedad, y de vez en cuando dejar caer unas monedas
Cierto lo que dices de la cita del perfume, tal vez estaría bien recordar, lo mismo que recordaba hoy, el evangelio con el ayuno, “no pueden los amigos del novio, ayunar, cuando esta con él”, pues bien, Jesús ahora esta glorioso en los Cielos, y en el Sagrario, pero esta crucificado, en sus hermanos, dado que es a Jesús a quien ayudamos, además con lo que como Dios nos ha dado, que hacemos lo dejamos morir de hambre, los PP de la Iglesia no opinaban así
Jesús vino como bien dices para los pobres, y quien lo dude, que se agarre el evangelio de Lucas, y el de Mateo, y se lea las bienaventuranzas despacito
Y, si le quedan dudas, que mire a María, la que manda hacer lo que su Hijo diga
Y lea despacito el Magnificat
“a los hambrientos lleno de bienes
A los ricos despidió vacíos…..
“Se anuncia a los pobres la Buena Nueva”, y, que buena Nueva les va anunciar al que sufre, pues primero aliviarle el sufrimiento
Totalmente de acuerdo, por eso se encarnó en una aldeana, nació en una cuadra, y, fue un sin hogar la mayor parte de su vida
“No vino para que seamos santos y lleguemos al cielo, para eso ya se bastaban (y se siguen bastando) los fariseos, sus sistemas de trascendencia religiosa, y su dios transaccional. El cielo y la santidad son el resultado del oír y poner en práctica el anuncio de Jesús, hecho a los pobres y para los pobres: «proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». El cielo y la santidad no son objeto de anuncio, ni se obtienen por ningún mecanismo de trascendencia distinto que el único mecanismo «trascendinmanente» traído por el Dios-Hombre.”
de acuerdo completamente en lo en comillado
sobre los musulmanes que son atendidos en Caritas, a veces ellos también evangelizan, un día una señora que colabora en caritas me conto, que una musulmana de las muchas que atienden, y a la que había dicho, “ estoy aburrida de todo, no sé para qué estamos en el mundo”, le había respondido. “No puede decir eso, estamos para hacer la voluntad de Dios, para mostrar a los que no lo conocen su Poder y su Belleza, si no reza debería hacerlo”
y recordando que la Iglesia es un Cuerpo, pues ahí esta el libro de Los Hechos, donde se nos cuenta, “la creación del diaconado”, precisamente para atender a los pobres, a las viudas
La epístola de Santiago, dice
“La religión verdadera es atender viudas y huérfanos (símbolo máximo de pobreza entonces) y, no contaminarse con el mundo” no habla de las procesiones de Semana Santa, seguro que fue error del copista
Y, como bien dices la Iglesia guiada por Pedro, que es a quien puso Jesús al frente, y al que dijo, que el Espíritu Santo los iría guiando hacia la verdad plena, es decir hacia el encuentro definitivo con Él en la Parusía, entonces si tendremos transcendencia, a tope, pero ahora, la Iglesia está haciendo lo que su Esposo le manda, y que pena el tiempo perdido
y termino con una cita en gallego de mi abuela paterna
“Cando o neno Xesus choraba, a Virgen Maria, non podía perder o tempo, adorandou, ou cantolle cantigas, tiña que darlle a teta, e limparle o cuiño”
Abel perdona mi rollazo, me ha encantado
Dios bendiga a Padre Jorge, que fue el origén
Estimado Abel:
Que banquete...gracias por ayudarnos.
A mi también me ha iluminado y ayudado a afrontar el camino verdaderamente evangélico, aunque reconozca que es el estrecho.
Gracias.
Juan
me guastaría saber, además, si sería posible subir la barra de búsqueda personalizada de google para que no moleste en las páginas (laudes, por ejemplo)
Muchas gracias, de nuevo
Hola, Juan. La barra de Google esta muy arriba y no ocupa nada, si tú no la ves así, debe pasar algo con el ajuste en el navegador. Me gustaría saberlo, si quieres me escribes a etf.direccion@gmail.com, y te pregunto algunos detalles, por ver si se puede solucionar.