Lecturas:
Sb 18,6-9: Con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti.
Sal 32,1.12.18-19.20.22: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Hb 11,1-2.8-19: Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Lc 12,32-48: Estad preparados.
Queridos hermanos y hermanas, sumergiéndonos profundamente en la palabra de Dios en esta sagrada liturgia, encontramos enseñanzas que transforman nuestra conciencia y nos ayudan a ser mejores personas.
En el libro de la sabiduría se nos presenta la historia de un pueblo que espera la salvación de los justos.
Es muy cierto, hermanos, que el pueblo del Antiguo Testamento estaba esperando esta salvación, la liberación que vendría a través de un salvador.
Por lo tanto, el salmo expresa la alegría de las personas elegidas por Dios.
"Dichosos el pueblo que el señor se escogió como heredad".
En la segunda lectura encontramos el fundamento de nuestra esperanza: la fe.
La fe es responsable del alimento de nuestra esperanza, seguramente cuando esperamos es porque creemos en lo que aún no ha llegado o porque nuestros ojos aún no contemplan, pero ya está en nuestros corazones generando un sentimiento de espera.
En el Evangelio tenemos la presentación de una tríada que debe protegernos de todo mal: ORACIÓN, ATENCIÓN Y PREPARACIÓN.
Si oramos, es porque creemos y esperamos la respuesta de Dios.
Si estamos atentos es porque estamos vigilando y cuidando nuestras propias elecciones y actitudes cotidianas.
Si rezamos y estamos atentos, ya nos garantiza una preparación para las situaciones de la vida.
Una cosa es cierta, hermanos, debemos limpiar nuestros corazones de toda impureza, evitando que germine la semilla del mal, buscando siempre una vida que agrade a Dios evitando el mal y promoviendo el bien.
Que Dios nos favorezca con la sabiduría de los justos, la esperanza de los santos y la fe de los Mártires para que podamos ser testigos de su amor misericordioso.
Mira al cielo con una mirada de gratitud,
no dejes que tus miedos superen tu esperanza,
mantén la fe y fortalece la confianza.
Que así sea.