La pregunta es difícil de responder, porque lo que está mal en el planteo no es la objeción ni la defensa, sino el modo de leer la Biblia que utilizan los dos.
Los evangelios, lo explica la Iglesia una y otra vez (obviamente no usando estas palabras que usaré ahora, pero con este sentido), no son la filmación de lo que dijo e hizo Jesús. No son una crónica histórica en ese sentido. Son históricos, sí, en el sentido en que se basan en hechos realmente ocurridos, sin embargo, como lo explica la Iglesia en diversos documentos, «Los Apóstoles, ciertamente, después de la ascensión del Señor, predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias» (Dei Verbum, 19)
El resultado son cuatro escritos verdaderos y fiables en la fe, pero donde los detalles históricos no sustanciales pueden variar de uno a otro, en función de cómo los que redactaron estos escritos, desde 30 años después de la Pascua, consiguieron reconstruir los hechos a la luz de la memoria celebrante de la comunidad, e incluso en función de cuánto le interesó a uno y a otro esa "reconstrucción", teniendo presente que el criterio de fidelidad histórica de la antigüedad era netamente distinto al nuestro.
Los evangelios no son atemporales, dependen de un modo de narrar y de concebir la historia propio de la época en que surgieron, por eso es tan importante estudiarlos y comprender cómo cuentan lo que cuentan, para poder separar en ellos lo que es información de la fe, y lo que es vehículo expresivo, a veces pasajero.
En el caso que nos ocupa, tenemos dos informaciones que los dos que discuten confunden:
-Suponen que en la última cena necesariamente estuvieron sólo los Doce. Es verdad que del modo de contarlo de san Mateo parece deducirse eso, pero no es la única posible deducción, y más bien si atendemos a los datos de todos, podemos ver que junto al grupo de los Doce, hay en relación a la cena el uso constante de "discípulos". Los discípulos de Jesús eran más que los Doce. Los Doce eran un grupo especial, que adquiró además una especial relevancia en los primeros años de la Iglesia, por ser los testigos normativos de la resurrección, los que marcaban la pauta de las interpretaciones admisibles y no admisibles, pero de ninguna manera fueron los únicos testigos, ni los únicos que estuvieron con Jesús.
La verdad es que de la última cena carecemos de muchos detalles que sería bueno conocer, pero el hecho de que no tengamos detalles, no implica que tengamos que reducirla a lo que sabemos, por ejemplo suponiendo que sólo estaban los Doce porque ellos son nombrados en primer plano.
-El segundo supuesto es creer que porque la celebración de la misa realiza la Última Cena, la misa es ritualmente idéntica a la última cena: sólo lo es en lo esencial, porque la última cena fue una cena, mientras que la misa es una celebración litúrgica, y por tanto tienen historias y desarrollos distintos. Desde luego que en la última cena no existieron las partes de la misa, y mal podemos llamar a la "fracción del pan" que hizo Jesús en Emaús, una "epíclesis". No se dice en ese relato que ellos estén celebrando misa: están comiendo. Pero al comer, en la fracción del pan, y precisamente como evocación de la fracción del pan por excelencia, la Última Cena, Jesús se les revela del todo: lo reconocen.
Suponiendo que no hubieran estado en la última cena (aunque podría ser que sí), no necesitaron que nadie les hubiera chimentado nada sobre cómo se celebra la misa, porque lo que dice ese relato no es que en la epíclesis reciben un especial recuerdo, sino que en la fracción del pan Jesús se les revela por completo. Tuviera la forma ritual que tuviera esa fracción del pan.