La oposición dominante es honrado / malvado o justo / injusto; pero ésta no basta para definir simplemente el salmo en términos de retribución.
Si bien el artificio alfabético no se presta a la composición coherente, podemos descubrir en este largo salmo una estructura portante de singular fuerza e interés. El primer indicio nos lo da la quíntuple repetición del sintagma "poseer tierra" (9.11.22.29.34) y otras tantas su opuesto "ser excluido" (9. 22.28b.34.38). El sintagma positivo recurre en varias metamorfosis sinonímicas, como "habitar una tierra / siempre" (3.27.29) "durará su heredad" (18), "se saciarán, no mendiga" (19.25) y otras. También el sintagma negativo adopta sus transformaciones, incluso radicales, como "secarse" (2) "perecerán, se consumirán" (20), "no está" (10.36), "son aniquilados" (38) y otros. Todo esto equivale a dos ejes paralelos, contrapuestos, con el contraste culminante "serán benditos / serán malditos" (22).
Reuniendo los sujetos de dichas frases podemos componer el perfil de ambos grupos, más rico y diferenciado el de los honrados: marginados, justos o inocentes, esperan en el Señor.
Por la pista del quíntuple sintagma llegamos a un tema teológico capital: la posesión y reparto de la tierra prometida y entregada entre todas las familias israelitas. El libro de Josué, aunque tardío, atestigua retrospectivamente la importancia del ideal: de una posesión compartida, equitativa, estable. El ideal no se ha cumplido. Existen algunos excluidos de la participación, no por culpa propia, sino por haber sido injustamente desposeídos. Y ahí se inserta la acción de los malvados, cuyo delito no va inmediatamente contra Dios, sino contra el prójimo; a través del prójimo, son "enemigos del Señor" (20). El texto es generoso en describir o mencionar las maquinaciones de los malvados. El salmo se enfrenta con un problema social, que es también religioso. El autor simplifica el problema y su solución.
Ante semejante hostilidad agresiva, que se ensaña con los más débiles, ¿qué debe hacer y sentir el honrado inocente? -Evitar toda violencia de sentimiento y acción (1. 7.8), no pagar mal por mal, no seguir los métodos de los malvados, mantenerse en la buena conducta (3.27), incluso generosamente (21.26), confiar en el Señor (3.5.7).
Entonces el salmo ¿predica la resignación como actitud y la inacción como conducta? No exactamente: el desvalido debe desear y pedir y esperar salir de su situación, recobrar su derecho. El salmo es oración, no programa. El Señor no se desentiende, no se queda inactivo (5.18.23.39). Por dicha intervención, los desposeídos podrán a su manera rehacer el proceso fundacional de laliberacion. Salir o ser liberados (6.40); recorrer el camino del Señor (15.17. 23.31). Entrar o subir a poseer una tierra (34). Así quedará restablecido el designio del Señor. A manera de ilustración léase la anécdota contada en 2 Re 8,1-6.
Parece que el tema "poseer una tierra" ha sugerido diversas imágenes vegetales, como "agostarse" (2.19), "marchitarse" (20), "simiente" (25.28), "como cedro" (35). Otras imágenes son de signo bélico: espada y arco (14), romper los brazos (17), espiar (32), alcázar (39). [L. Alonso Schökel]
A ti, hombre cristiano, te perturba el ver que son felices los que viven mal, el estar rodeados de abundantes bienes terrenos, el hallarse sanos, el sobresalir en las vanas dignidades, el tener la casa a salvo, el contar con las alegrías de los suyos, la obediencia de los patrocinados, los encumbrados poderes; en fin, el no atravesarse nada triste en su vida. Ves sus perversísimas costumbres, contemplas sus abundantísimas riquezas, y tu corazón dice: No hay juicio alguno divino, todas las cosas acontecen al acaso y se agitan por fortuitos movimientos. Porque si Dios, añades, atendiese a las cosas humanas, ¿cómo habría de brillar su iniquidad y soportaría trabajos mi inocencia? Toda enfermedad del alma tiene en la Sagrada Escritura su propia medicina. El que enferma de tal modo que dice estas cosas en su corazón, beba el medicamento de este salmo. ¿Cuál es esta enfermedad? Oigamos de nuevo aquello que decías. ¿Me preguntas que decía? Lo que ves. Campean los malos; sufren los buenos. ¿Cómo es que Dios tolera estas cosas? Toma, bebe; aquel de quien murmuras te prepara esta bebida; no rehuses tan saludable bebida, adapta la boca de tu corazón mediante el oído y bebe lo que oyes: No emules a los malvados ni los sigas, cometiendo iniquidad. Porque, como heno, pronto se secarán, y como hierba del prado, luego perecerán. Lo que te parece de larga duración, para Dios es de un instante; únete a Dios y te parecerá momentáneo. Heno es lo mismo que hierba del prado. Son ciertamente cosas despreciables y, estando a flor de tierra, no tienen raíz profunda. Por tanto, reverdecen durante el invierno; mas tan pronto como el sol del verano comienza a calentar, se secan. Luego ahora es tiempo de invierno; tu gloria aún no aparece; pero si tu amor tiene raíz profunda, como la de muchos árboles, durante el invierno soporta el frío, pero éste pasa; a continuación viene el verano, es decir, el día del juicio; entonces se seca el verdor del heno y aparece la hermosura de los árboles. Muertos estáis, dice el Apóstol. Los árboles durante el invierno aparecen como secos, como muertos. Pero ¿qué esperanza hay si estamos muertos? La raíz se halla profundamente afianzada en tierra; en donde está nuestra raíz, allí está nuestra vida, allí está nuestro amor. Vuestra vida, dice San Pablo, se halla escondida con Cristo en Dios. ¿Cuándo se secará quien tiene tal raíz? ¿Cuándo llegará nuestra primavera, cuándo nuestro verano, cuándo nos revestirá la frondosidad de las hojas y nos enriquecerá la abundancia del fruto? ¿Cuándo tendrá esto lugar? Oye lo que sigue: Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces apareceréis vosotros también junto con El en gloria. Y mientras tanto, ¿qué? No imites a los malvados ni los sigas, cometiendo iniquidad. Porque, como heno, pronto se secarán, y como hierba del prado, luego perecerán.
¿Tú qué harás? Espera en el Señor. Ellos también esperan, mas no en el Señor; su esperanza es mortal, su esperanza es caduca, débil, aérea, pasajera, vana. Espera en el Señor. Ya espero. ¿Qué haré? Obra el bien, no la maldad que contemplas en los que malamente sobresalen. Obra el bien y habita la tierra. No ejecutes el bien fuera de la morada de la tierra. La tierra del Señor es su Iglesia; a ésta riega y cultiva aquel Padre agricultor. Muchos ejecutan obras buenas; pero, como no moran en la tierra, no pertenecen al Agricultor. Luego obra el bien, mas no fuera de la tierra, sino habitando en ella. Y ¿qué conseguiré? Serás alimentado de sus riquezas. ¿Cuáles son las riquezas de su tierra? Sus riquezas son su Señor, sus riquezas son su Dios. El es el mismo a quien se le dice: Tú eres mi porción, ¡oh Señor! El es el mismo de quien se dice: El Señor es la porción de mi heredad y mi cáliz. [San Agustín: Enarraciones]