El sentido profundo del «examen de conciencia» es ponernos frente a Dios, para que su palabra nos juzgue; es decir, para que Dios mismo nos «eche en cara» y nos haga ver nuestro pecado. De este modo nos conduce a la salvación.
Estructura:
1-6, introducción en estilo de teofanía: Yahvé viene a convocar a sus fieles;
7-15, primer discurso de Yahvé sobre el sacrificio;
16-23, segundo discurso sobre la verdadera obediencia. Es obvio que el Sitz im Leben (situación vital de la comunidad) se halla en el culto, pero no todos están de acuerdo sobre la fiesta concreta. Mowinckel defiende la fiesta de entronización; Weiser y Von Rad sugieren una renovación de la alianza, como la fiesta de los Tabernáculos, que parece más probable (cf. 5).
1- Dios: Lit., «Dios, Dios» ('el, 'élohim; cf. Jos 22,22; Biblia de Jerusalén: «Dios de los dioses»; Nácar-Colunga: «Dios soberano»).
2. Se alude a una aparición litúrgica («resplandece») en Sión, con los rasgos que suelen acompañar a una teofanía; la «prueba» del pueblo de la alianza es testimoniada por los «cielos» y la «tierra», como suele suceder en el AT (Dt 31,23; Is 1,2).
7-15. Probablemente un profeta habla en nombre de Yahvé, el Dios de la alianza («tu Dios»), para determinar cómo ha de ser el culto litúrgico. Tanto los exegetas católicos como los protestantes reconocen que no se trata de una simple condenación y repulsa del culto sacrificial. Lo que se quiere decir es que los sacrificios no pueden dominar a Dios ni obligarle a nada, pues suyos son «todos los animales». No es que se reprenda al pueblo por el número de sus sacrificios (8). Pero Dios no los necesita; a fin de cuentas, no «come» ni «bebe». Es independiente de todas las cosas, porque le pertenecen. ¿Y qué es lo mandado? «Ofrece la alabanza como sacrificio» (14), es decir, la implicación y el compromiso personal en el sacrificio litúrgico (toda).
16-17. El segundo discurso condena la insinceridad del «malvado» (si bien Podechard y otros omiten el v. 16).
En 18-19 se alude expresamente a tres mandamientos: robo, adulterio y calumnia.
21. yo soy como tú: Dios sería semejante al hombre si no interviniera para «corregir» a los perversos.
22-23. Amenaza y advertencia de que el pueblo debe continuar con el sistema sacrificial, pero de forma sincera (cf. 14 con 21); el «camino recto» lleva a la «salvación» (cf. Prov 15,8). [Com. Bib. San Jerónimo]
* * *
Tomamos los salmos 50 y 51 como dos actos de una liturgia penitencial. No quiero decir que hayan sido compuestos de esa manera; lo mínimo que puedo afirmar es que ahora están juntos y unificados. Lo delatan 23 palabras (o lexemas) comunes, y algunos sinónimos. Quien los juntó quiso acumular los enlaces. Bastantes se explican por la unidad de tema, pero no así la densidad. La principal discrepancia es el paso del plural al singular. Una liturgia penitencial se endereza a la reconciliación en una acción casi sacramental: es decir, al representar realiza lo que representa. No es simple pantomima o representación teatral. Pues bien, el misterio del hombre o comunidad a quien Dios reconcilia consigo se representa en forma de un proceso judicial o jurídico. Lo podemos llamar juicio contradictorio o querella.
El patrón jurídico. Hay dos partes ligadas por algún compromiso. Una parte lo ha quebrantado. Entonces la otra parte, la inocente, convoca a la culpable a comparecer, acude se querella con ella aduciendo argumentos y pruebas, hasta que la parte culpable reconoce su culpa y pide perdón o una composición. La parte inocente puede acudir a un lugar público acompañada de sus testigos notariales. Al final, sin faltar a la justicia, podría exigir resarcimiento pleno, puede avenirse a una composición, puede perdonar sin exigir nada. El proceso se desarrolla entre dos partes; no hay un juez por encima de ellos que indague y sentencie. Un juez no puede en justicia absolver al culpable convicto, una parte ofendida sí puede. Y lo que busca es restablecer las buenas relaciones de modo responsable, a través del reconocimiento y la enmienda del ofensor. Para ilustrarlo léanse 1 Sm 24; 26 David y Saúl; 1 Sm 12: Yhwh y el pueblo con Samuel como mediador. En nuestro caso las dos partes son la comunidad de Israel y el Señor; que no acude como juez, sino como parte ofendida. Las dos partes están ligadas por el compromiso sagrado de la alianza. Testigos notariales son cielo y tierra.
Actos del proceso. En rigor son tres: acusación, reconocimiento y petición de perdón, concesión de perdón. Este es el esquema que hace el caso, prescindiendo de variantes registradas en el AT. El salmo 50 es la acusación o querella, el 51 es la confesión y súplica de perdón. El tercer acto hay que buscarlo en otra parte. Lo encontramos, transformado en anuncio profético, en Ez 36,22-28, como demuestran los términos básicos repetidos.[L. Alonso Schökel: Biblia del peregrino]