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El Testigo Fiel
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Biblia: Los Salmos


Salmo 69 (68): Me devora el celo de tu templo
Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).
en la liturgia: Salmo 68,2-22.30-37
se utiliza en:
- viernes de la tercera semana: Oficio de lecturas
Lamentación de un individuo enfermo y acusado; conclusión de acción de gracias.
[1 Del maestro de coro. Según la melodía: "Lirios..." De David.]
2 Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello:
3 me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente.

4 Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi Dios.

5 Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos, los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado?

6 Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis delitos.
7 Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor, Señor de los Ejércitos.
Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Dios de Israel.

8 Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
9 Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
10 porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

11 Cuando me aflijo con ayunos,
se burlan de mí;
12 cuando me visto de saco,
se ríen de mí;
13 sentados a la puerta cuchichean,
mientras beben vino me sacan coplas.

14 Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:

15 arráncame del cieno, que no me hunda,
líbrame de los que me aborrecen
y de las aguas sin fondo.

16 Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.

17 Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia,
por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
18 no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.

19 Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
20 estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra,
a tu vista están los que me acosan.

21 La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay,
consoladores, y no los encuentro.
22 En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.

[23 Que su mesa les sirva de trampa,
sus manjares, de lazo;
24 que sus ojos se nublen y no vean,
que su espalda siempre flaquee.
25 Descarga sobre ellos tu furor,
que los alcance el incendio de tu ira;
26 que sus terrenos se vuelvan un desierto,
que nadie habite en sus tiendas;
27 porque acosan al que tú has herido,
cuentan las llagas del que tú has lacerado.
28 Acúsalos, culpa tras culpa, no los declares inocentes;
29 bórralos del libro de los vivos,
no sean inscritos con los justos.

]30 Yo soy un pobre malherido,
Dios mío, tu salvación me levante.
31 Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias;
32 le agradará a Dios más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas.

33 Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
34 Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
35 Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.

36 El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
37 La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.
2-4 Invocación a Dios en la tribulación. La imagen del agua creciente y arrolladora es uno de los símbolos más frecuentes para representar el peligro extremo.
5 Se podría pensar en una falsa acusación de robo: los acusadores exigen la restitución, el salmista profesa su inocencia respecto a dicho delito.
6 Aunque no niega ante Dios otros pecados de su vida.
7-8 Para mover a Dios, alega el efecto que producirá su derrota: él ha confiado en Dios, le ha sido fiel, lo ha invocado; si Dios no lo escucha, los que esperan a Dios y lo buscan quedarán defraudados. Otro motivo es que el salmista sufre por la causa de Dios.
9-10 Por la causa de Dios, por su templo, ha tenido que sufrir incluso de parte de sus hermanos.
11-13 Su devoción y su penitencia son objeto de burla.
14 Comienza de nuevo la petición. Hay días especiales en que Dios otorga su favor.
15-16 Vuelve la imagen del comienzo, explicada esta vez, «los que me aborrecen».
17-19 Súplica insistente apelando a los grandes motivos: la compasión y bondad de Dios, la oración de «tu siervo», el peligro en que se encuentra;
20-21 la afrenta que sufre, la falta absoluta de apoyo y consuelo.
23-29 Imprecación contra los enemigos, invocando la justicia divina. El no toma la venganza por su mano, ni los hombres hacen justicia: sólo le queda apelar al justo juez.
25 La ira de Dios reacciona contra la injusticia humana.
27 El salmista ha recibido un castigo de Dios (¿enfermedad?) y sus enemigos abusan de esta situación.
28-29 En la concepción del AT esto equivale a la exclusión de la comunidad sacra.
30 Vuelve la súplica, preparando la acción de gracias.
31-32 Primero, la acción de gracias es futura. Este himno valdrá por un sacrificio.
33-34 Segundo, la acción de gracias en presente: el salmista invita a otros con el ejemplo de su propia liberación.
35 Tercero, todo el universo es invitado a la alabanza.
36 Concluye la gran lamentación con unos versos de esperanza para todo el pueblo, la ciudad santa, la tierra prometida.
Los versículos entre [] no se leen en la liturgia

Para el rezo cristiano

¿Quién es este «siervo» del Señor a quien «devora el celo» de su casa, a quien sus hermanos rechazan como extraño? El Evangelio aplica estos versos a Cristo. Sólo que él, «cuando le insultaban, no devolvía el insulto (1P 2,23); en su pasión, no profería amenazas». Cristo toma el delito de sus hermanos y corrige con su nuevo precepto de amor el espíritu del AT. Sigue válida la apelación a la justicia de Dios, al menos el día de la justicia final; entre tanto, la muerte que el cristiano invoca contra el enemigo es aquella «para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia» (1P 2,24).

Comentario exegético

De los Santos Padres

Catequesis de Juan Pablo II

Catequesis de Benedicto XVI

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