Meditación sobre el problema de la retribución de malos y buenos.
1 ¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!
2 Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
3 porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.
4 Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y orondos;
5 no pasan las fatigas humanas,
ni sufren como los demás.
6 Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
7 de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.
8 Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
9 Su boca se atreve con el cielo.
Y su lengua recorre la tierra.
10 Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
11 Ellos dicen: "¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?"
12 Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.
13 Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
14 ¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?
15 Si yo dijera: "Voy a hablar como ellos",
renegaría de la estirpe de tus hijos.
16 Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
17 hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.
18 Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
19 en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.
20 Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.
21 Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
22 yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.
23 Pero yo siempre estaré contigo,
tu agarras mi mano derecha,
24 me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.
25 ¿No te tengo a ti en el cielo?
Y contigo, ¿qué me importa la tierra?
26 Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi lote perpetuo.
27 Sí: los que se alejan de tí se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.
28 Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y contar todas tus acciones en las puertas de Sión.
1 El primer verso enuncia la doctrina tradicional, que va a ser tema de la meditación.
2-3 El salmista comienza su reflexión con un «pero»: la experiencia le dice que los malvados son quienes prosperan. Y esto no es un puro conocimiento intelectual, sino que se convierte en tentación personal «envidiaba a los perversos».
4-9 En vez de rechazar estas ideas, deja a la imaginación que presente un cuadro plástico e intenso de los malvados: su apariencia física, sus gestos, sus palabras. Bienestar e impunidad los conducen hasta la soberbia, que se atreve con cielo y tierra.
10 Verso muy dudoso: la traducción es simple conjetura.
11 Estas palabras son el enunciado del ateísmo práctico.
12 Resume la meditación con esta fórmula de su experiencia, que se opone a la doctrina tradicional.
13-15 El problema se agrava cuando el salmista compara su propia situación: su esfuerzo, su paciencia. Nada saca en limpio de ellos, y por su mente cruza la tentación, que logra vencer y transformar en una forma irreal «si yo dijera».
16-17 El hombre, con su inteligencia, quiere comprender la revelación, la doctrina tradicional, quiere solucionar los problemas capitales; con sus fuerzas no lo consigue. Sólo Dios puede abrir el misterio y responder en la altura de la contemplación. Desde el misterio de Dios, el hombre goza de un horizonte ancho y puede contemplar el destino futuro.
18-20 Esta es la respuesta: Dios lo sabe, y actuará cuando él decida.
21-22 Comparados con esta visión serena, todos los esfuerzos de la mente humana parecen necedad e insensatez.
23-26 Sintiendo en la contemplación la intimidad de Dios, el salmista recibe respuesta a su gran tentación, su propia suerte. Y la respuesta supera ampliamente cuanto podía soñar; supera de manera confusa los conocimientos limitados de Israel sobre la vida después de la muerte. La vida con Dios, el poseer a Dios como «lote perpetuo» es mejor que todos los bienes humanos.
27-28 Termina la meditación y contemplación resumiendo los dos puntos capitales: el destino de los malvados, el premio del hombre fiel a Dios. Y sale de la oración dispuesto a contar a otros las maravillas de Dios.