Verbos de acción acumulados, imperativos urgentes, contrastes fuertes; la descripción de la actividad del enemigo es circunstanciada. Los sentimientos se asoman por los sentidos: ojos, boca, dientes, lengua, pecho. Tres imágenes se suceden o sobreponen en el salmo: caza, guerra, juicio. Nos invitan a relativizarlas como descripción realista, pero también a considerarlas por separado.
La caza al hombre. Un pobre hombre es acosado y perseguido como fiera peligrosa -piensan los perseguidores-, como animal indefenso e inofensivo -piensa el perseguido-. Es una batida en regla, con ojeo, persecución, acorralamiento, gozo por la pieza cobrada. Se podría ilustrar con la figura de David perseguido por los montes: 1 Sm 26, 20. Los antiguos consideraban la caza mayor entrenamiento para la guerra, actividad propia de reyes y príncipes. El carácter no realista de la imagen es patente.
Guerra. El salmo nos lanza enseguida a una escena militar: el paladín requiere las armas, sale al encuentro del enemigo, lo pone en fuga, pronuncia el grito de victoria. La guerra es a vida o muerte, no es deporte entretenido. Se podría ilustrar con la rebelión, batalla y derrota de Absalón: 2 Sm 18. El lenguaje militar penetra fácilmente en otros campos: una rivalidad encarnizada, una hostilidad agresiva en la vida ciudadadana puede en el poema transformarse en guerra o batalla.
Juicio. La primera palabra del salmo es judicial, se mencionan "testigos" (11), al final actúa el juez (23-24). En sentido realista se referiría a un juicio de apelación (cfr. 1 Sm 24,13; 26,23). Pero un proceso judicial también puede ser imagen válida de súplica en una persecución grave. En la mentalidad bíblica, la guerra puede tener valor de juicio.
En conclusión pienso que las tres imágenes son transformación poética de situaciones y experiencias en la vida ciudadana.
El desarrollo del salmo es de triple onda, componentes comunes y cambio de orden; cada onda termina en la alabanza. Se puede esquematizar así: tú: interpelación; ellos: fracaso - delito - fracaso; yo: alabanza (1-10). Ellos: delito, yo: beneficios; ellos: delito, Tú: acción; yo: alabanza (11-18). Ellos: delito, Tú: acción; ellos: delito, fracaso; yo: alabanza (19-28). Se destaca el bloque central por el contraste de dos conductas.
35,1-10. El movimiento de estos versos es así: Auxilíame, Señor - y que mis enemigos fracasen - porque me persiguen sin razón - que ellos fracasen - y yo te alabaré.
35,11-18 Pero queda mucho por decir. Sucede que el orante, lejos de ser una fiera dañina, es un ser benéfico y aun sentimental. El texto hebreo está mal conservado.
35,19-28 La tercera parte insiste denodadamente en la denuncia del delito y el castigo invocado. La principal novedad es el desarrollo judicial. El movimiento discurre así: que no triunfen - pues son culpables - juzga tú - que no triunfen - sino que fracasen. En medio se yergue el Señor como juez, invocado reiteradamente. [L. Alonso Schökel]
[Sobre el verso: Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabará.] ¿Qué lengua permanece cantando perpetuamente tu alabanza? Ved que ahora se prolongó un poco el sermón y nos fatigamos. ¿Quién, pues, permanece alabando al Señor continuamente? Te sugiero un medio para que, si quieres, alabes perpetuamente a Dios. Todo lo que hagas hazlo bien, y así alabaste a Dios. Cuando cantas un himno alabas a Dios. ¿Y qué hace tu lengua si no alaba al mismo tiempo tu corazón? ¿Cesaste de cantar el himno y te alejas para reponer tus fuerzas? No te embriagues, y alabaste a Dios. ¿Te recoges a dormir? No te levantes para obrar el mal, y alabaste a Dios. ¿Eres comerciante? No cornetas fraude, y alabaste a Dios. ¿Eres agricultor? No litigues, y alabaste a Dios. Prepárate con la inocencia de tus obras para alabar a Dios perpetuamente. [San Agustín: Enarraciones...]