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El Testigo Fiel
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«Mira que estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo...»
formación, reflexión y amistad en la fe, con una mirada católica ~ en línea desde el 20 de junio de 2003 ~
San Juan de Capistrano, presbítero, memoria libre
Común de santos pastores
Salterio: viernes de la primera semana
Nació en Capistrano, en la región de los Abruzos, el año 1386. Estudió derecho en Perusa y ejerció por un tiempo el cargo de juez. Ingresó en la Orden de los Frailes Menores y, ordenado sacerdote, ejerció incansablemente el apostolado por toda Europa, trabajando en la reforma de costumbres y en la lucha contra las herejías. Murió en Ilok (Austria) el año 1456.
Oficio de Lecturas - versión simple · sin opciones
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Si Oficio de Lecturas es la primera oración del día se reza el Invitatorio.

(se hace la señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor, ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
en el rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin
Ant: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Si no:

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
 
Himno
Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo el buen Pastor que al mundo vino;
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.

Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor es el del Padre, que le ha dado
Espíritu de Dios que a todos ama.

Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.

La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de su verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.
Primer Salmo
Salmo 34,1-2.3c.9-19.22-23.27-28 - I: Súplica contra los perseguidores injustos
Ant: Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.
Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerrea contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;
di a mi alma:
«Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como Tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía,
me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.
Segundo Salmo
Salmo 34,1-2.3c.9-19.22-23.27-28 - II:
Ant: Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.
Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste;
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;
me laceraban sin cesar.

Cruelmente se burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.
Tercer Salmo
Salmo 34,1-2.3c.9-19.22-23.27-28 - III:
Ant: Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabará, Señor.
Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles,
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío,
Señor mío, defiende mi causa.

Que canten y se alegren
los que desean mi victoria,
que repitan siempre: «Grande es el Señor»
los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabará, Señor.
Lectura Bíblica
V/. Hijo mío, conserva mis palabras.
R/. Guarda mis mandatos, y vivirás.

Oración del pueblo penitente
Lectura del libro de Baruc
Ba 1,14-2,5; 3,1-8 (del lecc. único)
Leed este documento que os enviamos y haced vuestra confesión en el templo el día de fiesta y en las fechas oportunas, diciendo así:
«Confesamos que el Señor, nuestro Dios, es justo, y a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los judíos y vecinos de Jerusalén, a nuestros reyes y gobernantes, a nuestros sacerdotes y profetas y a nuestros padres; porque pecamos contra el Señor no haciéndole caso, desobedecimos al Señor, nuestro Dios, no siguiendo los mandatos que el Señor nos había dado.
Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de Egipto hasta hoy, no hemos hecho caso al Señor, nuestro Dios, hemos rehusado obedecerle. Por eso, nos persiguen ahora las desgracias y la maldición con que el Señor conminó a Moisés, su siervo, cuando sacó a nuestros padres de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, que nos hablaba por medio de sus enviados, los profetas; todos seguimos nuestros malos deseos, sirviendo a dioses ajenos y haciendo lo que el Señor, nuestro Dios, reprueba.
Por eso, el Señor cumplió las amenazas que había pronunciado contra nuestros gobernadores, reyes y príncipes, y contra israelitas y judíos. Jamás sucedió bajo el cielo lo que sucedió en Jerusalén -según lo escrito en la ley de Moisés-, que la gente se comió a sus hijos e hijas; el Señor los sometió a todos los reinos vecinos, dejó desolado su territorio, haciéndolos objeto de burla y baldón para los pueblos a la redonda donde los dispersó. Fueron vasallos y no señores, porque habíamos pecado contra el Señor, nuestro Dios, desoyendo su voz.
Señor todopoderoso, Dios de Israel, un alma afligida y un espíritu que desfallece gritan a ti. Escucha, Señor, ten piedad, porque hemos pecado contra ti. Tú reinas por siempre, nosotros morimos para siempre. Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha las súplicas de los israelitas que ya murieron y las súplicas de los hijos de los que pecaron contra ti: ellos desobedecieron al Señor, su Dios, y a nosotros nos persiguen las desgracias.
No te acuerdes de los delitos de nuestros padres; acuérdate hoy de tu mano y de tu nombre. Porque tú eres el Señor, Dios nuestro, y nosotros te alabamos, Señor. Nos infundiste tu temor para que invocásemos tu nombre y te alabásemos en el destierro y para que apartásemos nuestro corazón de los pecados con que te ofendieron nuestros padres. Mira, hoy vivimos en el destierro donde nos dispersaste, haciéndonos objeto de burla y maldición, para que paguemos así los delitos de nuestros padres, que se alejaron del Señor, nuestro Dios.»
R/. Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo.
V/. Hemos pecado contra el Señor, Dios nuestro; hemos cometido crímenes y delitos contra todos sus mandamientos.
R/. Estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo.
Lectura Patrística
La vida de los clérigos virtuosos ilumina y serena
San Juan de Capistrano, presbítero
Del tratado «Espejo de los clérigos» (Parte 1, Venecia 1580, 2)
Los que han sido llamados a ministrar en la mesa del Señor deben brillar por el ejemplo de una vida loable y recta, en la que no se halle mancha ni suciedad alguna de pecado. Viviendo honorablemente como sal de la tierra, para sí mismos y para los demás, e iluminando a todos con el resplandor de su conducta, como luz que son del mundo, deben tener presente la solemne advertencia del sublime maestro Cristo Jesús, dirigida no sólo a los apóstoles y discípulos, sino también a todos sus sucesores, presbíteros y clérigos: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con que la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
En verdad es pisado por la gente, como barro despreciable, el clero inmundo y sucio, impregnado de la sordidez de sus vicios y envuelto en las cadenas de sus pecados, considerado inútil para sí y para los demás; porque, como dice san Gregorio: «De aquel cuya vida está desprestigiada queda también desprestigiada la predicación».
Los presbíteros que dirigen bien merecen doble honorario, sobre todo los que se atarean predicando y enseñando. En efecto, los presbíteros que se comportan con dignidad son acreedores a un doble honorario, material y personal o sea, temporal y a la vez espiritual, que es lo mismo que decir transitorio y eterno al mismo tiempo; pues, aunque viven en la tierra sujetos a las limitaciones naturales con los demás mortales, su anhelo tiende a la convivencia con los ángeles en el cielo, para ser agradables al Rey, con prudentes ministros suyos. Por lo cual, como un sol que nace para el mundo desde las alturas donde habita Dios, alumbre la luz del clero a los hombres, para que vean, sus buenas obras y den gloria al Padre que está en el cielo.
Vosotros sois la luz del mundo. Pues, así como la luz no se ilumina a sí misma, sino que con sus rayos llena de resplandor todo lo que está a su alrededor, así también la vida luminosa de los clérigos virtuosos y justos ilumina y serena, con el fulgor de su santidad, a todos los que la observan. Por consiguiente, el que está puesto al cuidado de los demás debe mostrar en sí mismo cómo deben conducirse los otros en la casa de Dios.
R/. No retengas la palabra oportuna ni escondas tu sabiduría; pues hablando se muestra la sabiduría, y la inteligencia, en la respuesta que da la lengua.
V/. Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.
R/. Pues hablando se muestra la sabiduría, y la inteligencia, en la respuesta que da la lengua.
Final

Oremos:

Oh Dios, que suscitaste a san Juan de Capistrano para confortar a tu pueblo en las adversidades, te rogamos humildemente que reafirmes nuestra confianza en tu protección y conserves en paz a tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios
 
En el rezo comunitario de ETF acostumbramos añadir:
V/. Desde la salida del sol hasta su ocaso...
R/. Bendigamos el nombre del Señor.
 
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